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RESTRICCIONES PARA TODOS

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30.09.2011: Un editor reveló a Clarín que 1,6 millones de libros se encontraban retenidos en la<br />

Aduana. La medida afectaba no sólo a los libros que se importaban totalmente del exterior, sino<br />

también a libros argentinos elaborados por editoriales del país y que por una cuestión de costos se<br />

mandaban a imprimir en otros países (Uruguay, Chile, etc.), con un ahorro de hasta un 30%.<br />

Clarín dijo que en la nota “no hay ni una fuente que haya aceptado dar el nombre [...] Ni ninguna<br />

alusión que pueda identificarlos. Hace una semana lo explicaba una editora [...]: "Cuando esto les<br />

pasó a los [...] electrodomésticos [...] a los que protestaron les cayó la AFIP", advertía. Eso, según<br />

dos editores, ya habría pasado con una editorial que alzó la voz”.<br />

El día anterior la presidenta no mencionó el asunto al inaugurar el Museo del Libro y de la Lengua.<br />

Pero el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, advirtió que “la circulación de libros, la<br />

circulación de ideas, nunca pueden ser rehenes de una estrategia económica”.<br />

01.10.2011: Las trabas para la importación de libros persistían y afectaban de manera intermitente a<br />

distintas editoriales y muchos envíos particulares.<br />

Mientras tanto, las secretarías de Comercio Interior y de Cultura presionaban a editoriales a<br />

comprometerse a imprimir determinada cantidad de libros en el país. Era la condición para que se<br />

devolvieran los ejemplares retenidos y se dejaran de aplicar las restricciones.<br />

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28.02.2012: Una disposición de la Secretaría de Comercio Interior dispuso una serie de restricciones<br />

que se aplicarían al ingreso de libros, periódicos y otro material impreso. Todos deberían pasar por la<br />

Aduana para certificar que no superasen ciertos niveles de plomo (por la tinta utilizada), con el fin<br />

de “resguardar la salud de la población”. En cambio, las publicaciones impresas en la Argentina<br />

estaban exentas de este supuesto control de plomo.<br />

07.03.2012: El diario montevideano El País informó que a un exportador uruguayo de libros le<br />

pidieron enviar previamente una muestra de un ejemplar que sería analizada por un laboratorio<br />

argentino. Una vez que se constatase que se adecuaba al nivel de plomo permitido se otorgaría la<br />

habilitación. Posteriormente habría que presentar declaraciones juradas. “Con esta resolución<br />

terminan por cerrar este mercado”, dijo un editor uruguayo.<br />

29.03.2012: La Cámara Argentina del Libro firmó un acuerdo con el gobierno que incluía un “plan de<br />

exportación e importación intrasector, de unos 13.000.000 de dólares para el período comprendido<br />

entre octubre de 2011 y septiembre de 2012”.<br />

30.03.2012: La Secretaría de Comercio Interior dio marcha atrás con las restricciones y aclaró que no<br />

regía para envíos o compras de particulares. En las semanas anteriores, quienes habían comprado al<br />

exterior libros o que simplemente eran suscriptores de revistas, debieron retirar los ejemplares en la<br />

Aduana en lugar de recibirlos en sus domicilios por vía postal.<br />

Asimismo, se dispuso que las editoriales o librerías que importaran libros en cantidad no podrían<br />

utilizar en adelante servicios de correo internacional.<br />

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04.04.2012: El secretario de Cultura, Jorge Coscia, dijo que el gobierno “tiene soberanía cultural”<br />

para decidir qué se debe “editar”, mientras inauguraba una muestra en Formosa con el gobernador<br />

Gildo Insfrán.<br />

Señaló Coscia: “como hay una soberanía de la economía hay también una soberanía cultural que<br />

consiste en que tengamos cada vez más una mayor capacidad de decisión para decir qué se debe<br />

editar [y] qué conviene estratégicamente que los argentinos editemos y no que se decida en las<br />

grandes capitales del mundo sobre los libros que podemos leer”.<br />

Sin embargo, según datos de la Cámara de la Industria Editorial, las dos terceras partes de los libros<br />

que se vendían entonces en la Argentina se editaban e imprimían en el país.<br />

¿Los libros también? Parecía una más de las típicas restricciones comerciales del secretario de Comercio Interior, <br />

Guillermo Moreno, o de otros funcionarios del gobierno kirchnerista. <br />

Estas restricciones se tomaban sobre distintos sectores de actividad económica, en muchos casos usando grandes <br />

dosis de “fuerza bruta”, con el objetivo de conseguir determinados efectos que le interesaban al gobierno (evitar la fuga <br />

de divisas, protección a industrias, etc.). Para esta peculiar “razón de Estado”, el hecho de que tales medidas afectasen a <br />

las personas era irrelevante. <br />

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