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publicidad del Estado (y/o de empresas privadas), a cambio de coberturas favorables, de difundir<br />

cierta información o aún de no difundirla.<br />

Existen “periodistas-empresarios” que tratan temas sensitivos en su programa y tienen —por caso—<br />

cinco, doce o quince anunciantes y están dispuestos a perder algunos de ellos, o a dejar de conseguir<br />

cierto tipo de publicidad. Pero estos casos son muy distintos a los de “periodistas-empresarios” que<br />

tienen dos o a veces un solo anunciante y que transforman a su programa en un house organ de una<br />

empresa o en un vocero gubernamental para mantener la correspondiente publicidad.<br />

§<br />

El informe El precio del silencio 150 señaló también otras modalidades de “compra” de líneas<br />

editoriales por medio de la publicidad oficial:<br />

“Aparecieron también aquellos que descubrieron que, a partir de un pequeño programa, en la<br />

televisión, la radio y el cable, podían tener grandes ingresos. Simplemente, sin decir lo que<br />

había que decir.<br />

Efectivamente, según varios periodistas que entrevistamos, el gobierno suele hacer generosos<br />

pagos publicitarios a periodistas que tienen programas radiales o por cable con bajo rating, pero<br />

que escriben en medios gráficos nacionales influyentes. ‘¿En esos casos [los funcionarios] ponen<br />

pauta por el programa de cable o radio o porque es periodista de un medio grande?’, reflexionó<br />

el analista de medios de comunicación Dardo Fernández, director de Diario sobre Diarios.<br />

De acuerdo con un periodista de un importante periódico de alcance nacional, quien también<br />

tiene un programa de radio, las motivaciones que mueven a los funcionarios para pautar en<br />

radio y TV en estos casos son claras: ‘Es por amiguismo o por la posible influencia que puedan<br />

tener sobre el periodista’, consideró. ‘No hay otra forma de explicar que los programas en radios<br />

marginales o en cable estén llenos de anunciantes, tanto públicos como privados. ¿Quién escucha<br />

mi programa? Mi mamá y mi tía’, concluyó.<br />

También reconoció que el gobierno logra habitualmente influir en los contenidos porque ‘como<br />

mínimo, antes de publicar algo sobre la empresa o el organismo que me auspicia, le voy a avisar<br />

al vocero o a la consultora… para que estén alertados’. Su programa de radio le genera un<br />

ingreso adicional equivalente aproximadamente el 10 al 20% de su sueldo en el diario, pero<br />

estima que ‘si un periodista de un medio grande trabaja muchas relaciones de esta manera,<br />

puede hacer una diferencia mucho mayor’.<br />

Este mismo periodista nos confirmó que los pagos por publicidad suelen hacerse muchas veces en<br />

respuesta al pedido de los propios periodistas, que se dirigen a los funcionarios –que<br />

generalmente son sus fuentes y a la vez los funcionarios sobre los que informan– buscando<br />

publicidad para financiar sus programas. Al describir cómo funciona uno de sus contratos por<br />

publicidad oficial, nos relató:<br />

‘[Lo conseguí] a través del vocero, con el que hablo seguido por cuestiones políticas relacionadas<br />

con ese organismo. Se sabe que es un organismo que da pauta y fui a pedirle. Lo hablé con el<br />

vocero, lo llamé y me dijo que la productora lo llame y así conseguí la pauta’.<br />

Alejandro Rebossio, editor de la sección economía del diario La Nación, compartió con nosotros<br />

una experiencia que muestra hasta qué punto la asignación de publicidad oficial a nivel nacional<br />

llega a ser discrecional y arbitraria:<br />

‘En una ocasión, un secretario de Estado me dijo que tenía ciertas partidas para publicitar en<br />

medios, y que si yo tenía un programa de radio o cable que le avise. Creo que no lo dijo en un<br />

tono que pudiera interpretarse como que estaba pidiendo algo a cambio. Igual me parece mal<br />

que el tema se maneje así. Supongo que cuando dan publicidad lo hacen en buenos modos, y la<br />

quitan en malos’.<br />

Un periodista de un importante diario nacional nos relató que un colega en dicho periódico<br />

recibe pagos por publicidad de un organismo oficial para su programa de radio, pero que no<br />

emite ningún aviso al aire. ‘Ese organismo prefiere que no salga el aviso porque dicen que si<br />

sale, todos los periodistas van a ir a manguear publicidad’, explicó. Otro periodista de un diario<br />

nos refirió que un funcionario le ofreció publicidad oficial a un colega de otro periódico —quien<br />

también tiene un programa de radio— con la condición de que los avisos no salieran al aire, por<br />

la misma razón.<br />

150 Asociación por los Derechos Civiles; Open Society Institute (2008). Op. cit., p. 60-62.<br />

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