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E. FLORES ACUÑA/C. SANCHO VERA–LA FRASEOLOGÍA RELIGIOSA Y SU TRADUCCIÓN A INGLÉS E ITALIANO
Dios dispone”; “ser el pan nuestro de cada día”; “rasgarse las vestiduras”; “ver el cielo
abierto”; “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Los nombres propios suelen ejercer
también el papel de palabras clave; a veces lo ejercen de forma exclusiva (“ir hecho un
Cristo”, “llorar como una Magdalena”, “tener la paciencia de Job”, “donde Cristo dio las
tres voces”); y otras veces lo comparten con el adjetivo que les precede (“más falso que
Judas, más viejo que Matusalén”).
Ya hemos visto que el diccionario no siempre toma el verbo como palabra clave.
Esto sucede normalmente cuando se trata de verbos tales como “hacer”, “ir”, “ser”,
“tener”, “ver” o “quedarse”, los cuales se caracterizan por adquirir significados muy
diversos. Sin embargo, cuando los verbos no son tan polisémicos como los que acabamos
de citar, tampoco funcionan como palabras clave (“adorar”, “desnudar”, “llorar”,
“proponer”, “vender”); la razón podría ser que el sustantivo que les sigue tiene una carga
semántica importante y difícilmente admite la polisemia. Ejemplos claros de este tipo de
sustantivos son: “Dios”, “santo”, “diablo” y “cielo”.
Nos referiremos, por último, a aquellas unidades que no recoge el diccionario bajo
ninguna entrada o palabra clave. Ha sido el caso del proverbio “Dios da pan a quien no
tiene dientes” y de la locución verbal “estar en misa y repicando”. Esta última nos resultaba
especialmente interesante desde el punto de vista traductológico. Buscando en otras fuentes
diferentes al LGDEI, descubrimos que, curiosamente, su traducción al inglés es “to run
with the hare and hunt with the hounds” (literalmente “correr con la liebre y cazar con los
galgos”). No es de extrañar que los ingleses hayan acuñado una expresión así, pues por
todos es conocida su gran afición a la caza. Muy acertadamente apunta Sánchez Benedito
respecto a los modismos: “[…] Siendo pues, obra del pueblo, es lógico que reflejen su
carácter y sus costumbres.” (Sánchez Benedito 1985: 3). Los traductores, por lo tanto,
debemos tener siempre muy presente que la lengua es fiel reflejo de la cultura de un pueblo
y que no siempre una expresión o modismo va a funcionar en dos lenguas.
En el HER, en un breve apartado dedicado a las unidades fraseológicas se advierte
que tales expresiones “aparecerán bajo una de las palabras que la forman, generalmente el
primer sustantivo, y si no lo hubiere, el primer verbo, adjetivo, etc.” Sin embargo, a pesar
de que ya parece claro el criterio de ordenación seguido en esta obra, a continuación
matizan que, en algunos casos, “[…] se ha seguido el criterio de introducir la expresión bajo
la palabra más significativa de la expresión, aunque no fuera el primer sustantivo, verbo,
etc.”. Por tanto, el usuario no puede saber si ha de buscar bajo el primer sustantivo o bajo
una palabra que los autores han considerado “significativa”.
En efecto, hay unidades que aparecen bajo el primer sustantivo: “a Dios rogando y
con el mazo dando”; “Dios aprieta pero no ahoga”; “donde Cristo dio las tres voces”; “ser
el abogado del diablo”; “acabar como el Rosario de la Aurora”; “ir como alma que lleva el
diablo”… El verbo como palabra clave se utiliza en algunos casos: “a quien madruga Dios
le ayuda”; “como Dios manda”.
Sin embargo, el caso más frecuente es que las unidades se encuentren recogidas
bajo más de un componente, normalmente el sustantivo y el verbo – “Dios los cría y ellos
se juntan”; “armarse la de Dios es Cristo”; “desnudar a un santo para vestir a otro” –,
aunque también el sustantivo y el adjetivo – “ser más papista que el Papa”; “¡dichosos los
ojos (que te ven)!” –. Recordemos que en estos casos faltan las remisiones internas entre las
diversas entradas.
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