últimas corrientes teóricas en los estudios de traducción - Gredos ...

ADELA MARTÍNEZ GARCÍA–LA HERMENÉUTICA CULTURAL DE CLIFFORD GEERTZ
la que haya impedido comprender que lo que proponía Geertz era establecer una
antropología postempirista: un tipo de ciencia que rechaza sus supuestas capacidades de
predicción y de verificación y cuyo progreso se caracteriza más por el refinamiento en el
debate que por la perfección y el consenso entre los teóricos que tratan el concepto de
cultura desde las distintas disciplinas.
El hilo conductor del debate es la evolución del concepto “cultura”, que comienza
por considerarse como “historia” y termina interpretándose como “hermenéutica cultural”
en un contexto socio-cultural concreto. La historia no ha acabado aún y resulta imposible
hablar de verdades objetivas y atemporales cuando el objeto que se intenta comprender no
ha terminado todavía. Al descubrir que la historia carece de un telos, que se pueda fijar fuera
de la historia misma, no está dominada por ningún a priori que se realice con carácter de
necesidad, sino que es un devenir que no tiene término conocido; que el “pensamiento”
mismo se da en la historia, y que todos los grandes pensamientos filosóficos aprioristas y
deductivos están expuestos a ser rechazados o superados en el curso histórico; la filosofía al
ser considerada desde una perspectiva histórica, entra en crisis (Galanes Valldejuli: 25).
La pregunta que flotaba en el ambiente entre las distintas partes del debate era si
existía alguna manera de evitar una consideración histórica del pensamiento. Kant
consideró que la única salida a este dilema era encontrar un fin de la historia. Kant propuso
la historia del pensamiento como el despliegue de la razón; es decir, intentó mostrar cómo
los distintos sistemas filosóficos propuestos a lo largo de la historia, y contradictorios entre
sí guardaban una unidad sistemática hasta entonces desconocida y que respondía al
vagabundear de una razón autónoma y trascendental. La razón, entendida como un
organismo autónomo, que se da a sí misma sus propias leyes, ha estado persiguiendo de
manera inconsciente un interés, un destino (ibid.: 26).
Pero aun cuando este vagabundear de la razón no era un vagabundear ciego, sigue
diciendo Luis Roberto Galanes, pues venía persiguiendo un interés específico, tampoco
revela por sí solo cuál es la idea que persigue. Por lo tanto habrá que establecer un
intérprete que permita establecer la idea a la cual obedece la razón. Kant describe la idea
que persigue la razón como el saber absoluto: un saber que no puede ser histórico, sino
atemporal, universal y necesario. El saber capaz de satisfacer a la razón es el “autoconocimiento”:
el fin de la historia se realiza cuando se conoce a sí misma.
El pensamiento post-kantiano dio lugar a dos posturas: los idealistas alemanes
consideraron que el conocimiento pleno de la razón no se logra en Kant y pretenden
mostrar cómo se logra efectivamente; por otro lado están quienes piensan que la razón
siempre seguirá deambulando de modo que nunca llegará a conocerse a sí misma sin
residuos 4 , postura que defiende la hermenéutica.
Carlos Reynoso (1992: 9), al hablar de la influencia de Geertz en los años 1970, lo
considera una las figuras más representativas de la antropología cultural y dentro de ésta de
la antropología simbólica. Pero Geertz, a diferencia de Lévi-Strauss, lo que se propone no
es una metodología para la construcción de una antropología científica, como lo fue en
principio el método estructural, sino más bien, en palabras de Reynoso “una actitud o un
conjunto politético de actitudes para encarar una antropología concebida como un acto
interpretativo”. La trayectoria de Geertz se ha ido apartando paulatinamente de la
emulación servil de las ciencias naturales para acercarse decididamente al terreno de las
humanidades. Reynoso continúa diciendo que su programa es susceptible de interpretarse
4 J. Vicente Arregui hace una exposición más detallada al respecto en su artículo de 1998.
438