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IRIA GONZÁLEZ LIAÑO–LA TRADUCCIÓN DEL DISCURSO FEMINISTA EN LA OBRA DE ROSALÍA DE CASTRO
La traducción al inglés de Kathleen March lleva por título Daughter of the Sea y
consiste en una edición crítica publicada en 1995 por la editorial Peter Lang en Estados
Unidos gracias a la ayuda percibida por el Patronato de Rosalía de Castro (iniciador de la
traducción). Es interesante observar la presencia de la traductora en este tipo de obras de
temática feminista, en contra de la corriente que apoya su invisibilidad. Así pues, March
incluye una nota del traductor en la que explica las razones que le llevaron a mantener el
bilingüismo en su traducción y es que Rosalía incluyó citas de obras alemanas, inglesas y
francesas a modo de epígrafes de algunos capítulos, pero las escribió en francés. Por lo
tanto, March respetó esta lengua aunque tradujo al inglés las referencias en castellano.
Posteriormente, realiza una exhaustiva introducción que le proporciona al lector
datos sobre la vida y la obra de la autora, su marco histórico-social, su posición geográfica e
incluso las expectativas de esta traducción, en donde March manifiesta su deseo de dar a
conocer a un público cada vez más amplio el talento de esta escritora para que pueda
apreciarlo y aportar nuevas perspectivas a su contexto específico y universal.
Pese a que toda la obra conforma un marco global en donde Rosalía expone sus
ideas a favor de la mujer y en contra de las injusticias y los abusos cometidos por “los
poderosos”, mi objeto de estudio es el prólogo, pues contiene afirmaciones muy relevantes
para el análisis tanto del discurso feminista como de la traducción.
Empieza éste con una disculpa por parte de una voz femenina, por haberse atrevido
a escribir un libro, lo que se consideraba algo imperdonable, mas menciona una serie de
personajes célebres que bien han sostenido que la mujer es válida para el estudio de las
ciencias o las letras (el católico francés Malebranche y Feijoo, monje benedictino gallego)
bien lo han confirmado a través de sus acciones (numerosas referencias a mujeres
destacadas en todos los ámbitos a lo largo de la historia: madame Roland, Rosa Bonheur,
Safo, Juana de Arco, Santa Teresa de Jesús, etc.). No obstante, hay que observar la ironía
subyacente a esta falsa modestia.
Antes de escribir la primera página de mi libro, permítase a la mujer disculparse de lo que para
muchos será un pecado inmenso e indigno de perdón, una falta de que es preciso que se sincere. (Castro
1983: 13)
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* * *
Before I write the first page of my book, allow this woman to beg forgiveness for what in the
opinion of many people is likely to be an immense, unpardonable sin, an error that she must discuss
honestly and openly.
En la traducción al inglés, March optó por traspasar el TO y amplificar, mediante
notas del traductor, la importancia de esos personajes en relación con la defensa de la
mujer. De esta forma, deja patente su compromiso y su implicación en el texto pero sin
intervenir directamente en el mismo.
La siguiente sección exhibe una acentuada hipocresía a favor de la incorporación de
la mujer a la actividad literaria y su autocensura a la hora de publicar escritos “condenados
voluntariamente a la oscuridad”, práctica habitual de las escritoras decimonónicas. March
consiguió transmitir esa denuncia manteniendo incluso un mayor grado de compromiso
con la autora gallega:
. . . Se nos permite ya optar a la corona de la inmortalidad, y se nos hace el regalo de creer que
podemos escribir algunos libros, porque hoy, nuevos Lázaros, hemos recogido estas migajas de libertad al pie
de la mesa del rico, que se llama siglo XIX.