últimas corrientes teóricas en los estudios de traducción - Gredos ...

MARÍA REIMÓNDEZ MEILÁN–LA TRADUCCIÓN DE “HEAR ME SANJAYA”
En primer lugar me gustaría establecer ciertos parámetros en cuanto a la propia
teoría de la traducción. Hasta época muy reciente, la teoría de la traducción en el mundo
occidental se basó en lo que Arrojo 1998 denomina nociones “esencialistas”. Estas
nociones se basan en la creencia en un modelo “universalista” de la traducción que
pretende aplicarse a todas las situaciones por igual de forma taxativa, sin tener en cuenta las
relaciones de poder inmersas en cualquier acto comunicativo, y que se presenta incluso de
una forma ajena a la práctica. Así, las concepciones esencialistas han enfatizado conceptos
tales como la fidelidad o equivalencia como claves para analizar la traducción, eliminando
cualquier papel crucial de la traductora en el proceso y reduciéndolo a lo que se conoce
como la “caja negra” (Krings 1986), en la que entra un texto en una lengua y de forma
misteriosa aparece otro “igual” en otra diferente. Los estudios de la traducción ya han
criticado este tipo de aproximaciones en el sentido que indica Mary Snell-Hornby:
What is dominant in the series of new approaches […] is the orientation towards
cultural rather than linguistic transfer; secondly, they view translation not as a process of
transcoding but as an act of communication; thirdly, they are orientated towards the function of
the target text (prospective translation) rather than the prescriptions of the source text
(retrospective translation); fourthly, they view the text as an integral part of the world and not
as an isolated specimen of language (Snell-Hornby 1990: 82).
Snell-Horby proporciona las claves para la interacción con el feminismo, el
postcolonialismo y el trabajo práctico que luego presentaré. La centralidad de la traductora
en cualquier tipo de función cultural, comunicativa o textual está clara, porque es ella la que
va a decidir cómo mediar, cuáles son los objetivos de la comunicación, la función de los
textos con los que trabaja y cómo se integran éstos en el mundo. En palabras de Christiane
Nord
[t]he responsibility for the translation will always rest with the translator. He [sic] is
the only one who has the competence to decide whether the translation which the iniciator
asks for can actually be produced on the basis of the given source text and, if so, how, i.e.
by which procedures and techniques (Nord 1991: 9).
Así, el papel de la traductora ha cambiado con respecto a aquellas teorías que
proclamaban que sólo era una intermediaria “imparcial” sin ningún papel en el proceso.
Ése va a ser un punto crucial de interacción con el feminismo y el postcolonialismo, ya que
la concepción que niega la centralidad de la traductora como agente clave del proceso de
traducción está basada en los mismos cimientos universalistas que niegan a las mujeres, las
minorías y comunidades colonizadas su voz en los cánones literarios y otras esferas de
conocimiento y poder. Tanto el feminismo como el postcolonialismo han desmontado los
conceptos de “objetividad” que cimientan unas lecturas dominantes que se presentan como
únicas y que oprimen otras; exactamente lo que pretenden las personas que defienden el
concepto de fidelidad: fomentar una lectura única avalada por los valores dominantes. El
análisis de la historia, las instituciones sociales, el conocimiento, la ciencia, desde el punto
de vista de las mujeres y de las minorías trae consigo nuevas lecturas que el canon había
ocultado hasta el momento.
En este sentido las traductoras feministas han sido unas de las primeras en tiempos
actuales en desafiar las aproximaciones teóricas a la traducción reclamando una voz frente a
las enmudecedoras nociones de fidelidad. Desde la recuperación de las traductoras en la
historia se han desarrollado muchas otras interacciones. En los feminismos se ha visto la
traducción como un puente (o falta del mismo, como indica von Flotow 1997 en su análisis
de la traducción de El Segundo Sexo de Beauvoir al inglés) entre las feministas, que sólo así
pueden llegar a compartir sus problemas y soluciones. En este sentido se han establecido
un gran número de proyectos de traducción entre feministas – Canadá es un caso modélico
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