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S. GAMERO/V. MONTALT–ENSEÑAR A COMPRENDER PARA TRADUCTORES CIENTÍFICO-TÉCNICOS
Considerando que lo que se traducen son textos y no términos, el siguiente esquema de
caracterización recoge los elementos propuestos por los diversos autores, partiendo de las
características de funcionamiento del texto original y relacionándolas con las competencias
que debe poseer el traductor técnico y científico:
CARACTERÍSTICAS DE
FUNCIONAMIENTO TEXTUAL
Importancia del campo temático técnico y
científico
Utilización de terminología técnica y científica
específica
Presencia de géneros técnicos y científicos
característicos
→
→
→
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COMPETENCIAS REQUERIDAS
POR EL TRADUCTOR
TÉCNICO Y CIENTÍFICO
Conocer los ámbitos técnicos y
científicos
Saber aplicar la terminología técnica
y científica adecuada en lengua de
llegada
Dominar los rasgos convencionales
de los géneros técnicos y científicos
en lengua de llegada
Rasgos de la traducción técnica y científica (Gamero 2001: 44)
Ser capaz de
documentarse
en
relación
con los
textos
técnicos y
científicos
En lo que se refiere a la primera de las competencias, estamos de acuerdo con
Durieux (1990 y 1991) cuando se opone a los trabajos realizados hasta la década de los
setenta y concede mayor importancia al campo temático que a la terminología. La
operación traductora se desarrolla en el plano del habla y no de la lengua, por lo que el
problema no es exclusivamente de tipo terminológico, sino más bien de orden conceptual.
Pues bien, como los textos técnicos están marcados por su campo temático, el traductor se
ve obligado a adquirir una competencia pasiva de comprensión de la materia técnica que
traduce (cf. cuadro 1). Hablamos aquí de una serie de nociones sobre los ámbitos
científicos y técnicos que subyacen al texto. Aún está por delimitar con precisión la
naturaleza de esos conocimientos pasivos, pero indudablemente han de ser diferentes de
los conocimientos que posee un científico o un técnico. Por otro lado, este conjunto de
conocimientos que tiene el traductor actúa de puente entre los conceptos desconocidos que
aparecen en un texto determinado, y su capacidad para razonar de modo lógico,
relacionándolos con los conocimientos previos.
El dominio de la terminología es la segunda de las competencias. La utilización de
términos especializados en los textos científicos y técnicos obliga al traductor a ser capaz de
identificar los términos del texto de partida y a utilizar los términos equivalentes adecuados
en el texto de llegada. Es interesante destacar que, frente a creencias muy generalizadas –no
sólo entre los estudiantes–, la terminología técnica y científica no es muy superior a la
común, ya que también se producen fenómenos como la homonimia, polisemia, sinonimia
y uso de palabras comodín, todo lo cual dificulta enormemente la labor del traductor.
La tercera de las competencias tiene que ver con otro factor de variación lingüística:
el género. La variedad es muy amplia –pensemos sin ir más lejos en los manuales de
instrucciones, normas técnicas, patentes, artículos de investigación… –, y cada uno de ellos
presenta unos rasgos prototípicos por lo general muy marcados, que el traductor debe
conocer.