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LETICIA HERRERO RODES–LA TRADUCCIÓN EN EL MOMENTO DEL MULTICULTURALISMO .
LA TRADUCCIÓN EN EL MOMENTO DEL
MULTICULTURALISMO
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LETICIA HERRERO RODES
Universidad Autónoma de Madrid
En la pasada Feria del Libro un editor resaltaba y celebraba lo que él creía la suerte del
lector actual. Razonaba su opinión argumentando que en nuestros días podemos encontrar
muchos libros sobre culturas exóticas que han sido escritos por autores que conocen desde
dentro dicha cultura. Lo que el editor pretendía señalar es que el retrato literario de esos pueblos
lejanos, con sus gentes y sus costumbres, finalmente, por suerte, lleva el sello de autenticidad
del que ha carecido cuando los libros venían firmados por autores que escribían bajo la tutela
de la cultura occidental, lo que quiere decir que escribían condicionados, manipulados,
sesgados por el peso de una tradición discriminatoria.
Efectivamente, las palabras de este editor respecto a las pluralidad de la literatura
actual, que permite introducirnos en parajes exóticos de la mano de grandes conocedores de
los mismos son muy ciertas. Sin embargo, deberíamos ser cautos y, antes de celebrarlo, no
olvidar que estas novelas, para llegar a todo un mundo de lectores, siguen sufriendo procesos
de traducción que pueden anular, precisamente, esas razones por las que el lector actual es
afortunado. Sería recomendable, entonces, averiguar qué ocurre en la traducción de estas
novelas, descubrir si son igualmente respetuosas con la cultura origen, si toleran lo diferente.
Me explico con un ejemplo: en un artículo publicado en un suplemento literario 1 , el
traductor profesional Sánchez Lizarralde lamentaba que su trabajo le ha privado de disfrutar
de los placeres de la lectura. Por deformación profesional, explicaba él mismo, sabe que el
texto meta no es el texto origen, que por muchas razones —no siempre defendibles, sin
embargo— una línea traducida puede descubrirse, revelarse, diferente a su original.
Frente a la mala fortuna de Sánchez Lizarralde, es envidiable la suerte del lector
cándido, que cree en la magia de la traducción y sucumbe ante el texto meta como si fuera el
original, sin descubrir en él ningún intermediario ni ninguna distorsión. Una semana después
del artículo de Sánchez Lizarralde, Emma Cohen, en el mismo semanario, agradecía a
Laureano Ramírez, el traductor del libro titulado Los mandarines, del escritor chino del siglo
XVIII Wu Jingzi, por actuar de puente (y utilizo palabras textuales) entre su cultura y la del
autor. La lectora decía llevar
dos meses de té verde y luna china, entre címbalos, trompetas, óperas y poetas. Son
tiempos de arroz con leña, de extraños vientos. Camino el libro con pobres vestiduras o luzco
túnica bordada, zapatos de raso y fajín dorado. Gasto bonete y chapines cuando viajo en silla
de mano y a lomos de búfalo calzo almadreñas de tachuelas. Desde Laureano Ramírez y con
Wu Jingzi entro en el río Amarillo, surco lagos escarlatas festoneados por colinas azules,
violetas, esmeraldas […] Dos meses con el mismo libro y cien años en China sin tener yo cien
años ni haber estado nunca en China 2.
Un lujo, sin duda: como bien dice la propia lectora, cien años en China sin tener ella
cien años ni haber estado nunca en China.
1 Babelia, 30-8-97.
2 Babelia, 6-9-97, p. 16.