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Mª LUISA PASCUAL GARRIDO–POESÍA INGLESA EN TRADUCCIÓN
Coleridge – cuya obra de corte meditativo-descriptivo había quedado siempre relegada a
un segundo plano a favor del mayor prestigio de que disfrutaba la poesía byroniana.
La tercera de estas obras de carácter recopilatorio a cargo del poeta y traductor
Ángel Rupérez ha sido publicada recientemente bajo el título Antología esencial de la poesía
inglesa (2000). Ésta es la última antología de carácter histórico editada en nuestro país y
muestra características muy similares a las anteriores. También es producto de la labor
selectiva de un solo antólogo aunque incluye únicamente cuarenta y ocho nombres que
representan a grandes rasgos el desarrollo que ha experimentado la poesía en lengua
inglesa desde el siglo XVI hasta nuestros días. La colección se abre con sonetos de
Thomas Wyatt y Henry Howard, Conde de Surrey, representativos de la poesía
renacentista y concluye con poemas de la pluma de Ted Hughes, Geoffrey Hill, Seamus
Heany y Andrew Motion siguiendo un estricto orden temporal. Al igual que Manent el
antólogo-traductor hace hincapié en las manifestaciones poéticas de los siglos XIX y XX
“por una cierta necesidad de presente”, según afirma Rupérez. Esta antología prescinde
de nuevo de los textos originales, es una versión monolingüe a la cual antecede un amplio
prólogo que resume la historia de la poesía inglesa titulado “Una temporada en la casa de
la poesía inglesa”.
Manejar las antologías como corpus resulta sumamente interesante ya que un
estudio contrastivo permite no sólo examinar la posible evolución de las normas de
traducción predominantes en cada época sino que además ofrece datos sobre los criterios
de selección que presiden la importación de una literatura foránea concreta. Dichos
criterios reflejan los cánones estéticos e ideológicos que marcan cada época y, a veces,
indican las necesidades o lagunas detectadas dentro de los repertorios literarios del
polisistema meta, algo que depende fundamentalmente del gusto de críticos, poetas y
profesores de literatura – a los que Lefevere (1992) denomina “los profesionales de la
literatura” –, y de determinadas instituciones políticas y educativas y los mecenas
culturales de hoy, como son las editoriales, quienes ejercen su poderosa influencia
promoviendo una determinada política cultural. Ciertamente, con el estudio de las
antologías entramos de lleno en otro de los ámbitos de lo que Lefevere denominó
“procesos de reescritura” entre los que obviamente se incluyen la traducción, la
historiografía, la antología o la reseña bibliográfica. Sin embargo, no vamos a detenernos
en este sugerente campo de investigación tan íntimamente ligado al estudio de la
traducción literaria pues requeriría mucho más espacio del que aquí disponemos.
Pasemos ya al análisis de las normas de traducción partiendo de las diversas
versiones del Soneto 18 de Shakespeare recogidas en las antologías de Maristany (1918),
Manent (1945) y Rupérez (2000) (Véase: Apéndice de textos). Aunque a efectos
descriptivos hayamos tomado como muestra únicamente tres traducciones de dicho
soneto – entendiendo que eran representativas de las principales normas de traducción
poética que se han ido sucediendo – es bien sabido que existen muchas otras versiones al
español de los Sonetos de Shakespeare publicadas durante el periodo estudiado. Las
diversos TTMM consultados presentan variaciones que van desde la traducción rimada en
endecasílabos u otro tipo de metro, siguiendo ya sea el esquema formal del soneto
petrarquista (José Méndez Herrera 1976) o el inglés (Agustín García Calvo 1974 y
Francisco Núñez Roldán 1986), pasando por traducciones métricas en verso blanco
(Mariano Manent 1947 y Carlos Pujol 1990), hasta traducciones enteramente en prosa
con distribución en catorce líneas ( Fátima Auad y Pablo Mañé 1975 y Ángel Rupérez
2000) o dispuestas en párrafos (Luis Astrana Marín 1930).
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