últimas corrientes teóricas en los estudios de traducción - Gredos ...

ADELA MARTÍNEZ GARCÍA–LA HERMENÉUTICA CULTURAL DE CLIFFORD GEERTZ
caracteriza la tarea etnográfica, según Geertz, es el quehacer literario, la inscripción: el paso
del hablar como acto lingüístico al texto como acto lingüístico.
De las tres últimas características, puede deducirse con claridad que el método
geertzeriano es un método orientado exclusivamente para este tipo de interpretación, la
interpretación de segundo orden. La utilización de categorías lingüísticas, las técnicas de
traducción, inscripción de descripción densa, y la adopción del ensayo como género natural
al escrito etnográfico, sólo adquieren sentido respecto a la interpretación de segundo orden.
Los dos pilares sobre los que se sostiene este tipo de interpretación son las teorías
sociológicas y las investigaciones filosóficas. Las primeras sirven para orientar el curso de la
interpretación; y las segundas resultan útiles a la hora de fundamentar, tanto desde un
punto de vista epistemológico como ontológico, los resultados de la investigación.
La interpretación de tercer orden consiste en la interpretación por parte de un
agente de cambio de una cultura particular a través del texto etnográfico. Esta
interpretación se caracteriza por la relación lector-texto. Si es una relación entre el lector y
el texto es evidente que el etnógrafo no es un agente de cambio, o por lo menos
directamente. El agente de cambio puede ser un político, un miembro de un cuerpo
diplomático, un traductor de un organismo internacional, etc. En la relación lector-texto, el
propósito no es rebasar los límites epistemológicos reconocidos de antemano por el
etnógrafo, no es convertir el agente de cambio en otro-Otro, sino más bien el objetivo es
que éste aprenda algo de sí mismo mediante el conocimiento del Otro. Geertz define esta
transformación (Galanes Valldejuli: 234) de carácter ético-moral como un
vernos a nosotros mismos entre los demás, como un ejemplo particular de las
diversas formas en la vida humana se ha desarrollado, un caso entre casos, un mundo entre
mundos, […] [una] apertura de la mente sin la cual la objetividad resulta un engaño.
Con esto hace referencia Geertz (1983: 69) al círculo hermenéutico, que “considera
central la interpretación etnográfica”.
[La interpretación] es un perpetuo movimiento dialéctico entre el más particular
de los detalles particulares y la más global de las estructuras globales, de suerte que ambas
aparezcan de manera simultánea.
El punto álgido está en resolver en qué medida cabe una comprensión de las
formas pensar, sentir, y concebir de los otros. La repuesta de Geertz a esta cuestión se
acerca a la postura relativista y postula que nunca podremos aprehender la “imagen del
mundo” del otro como si fuera la nuestra; pero que tampoco podemos caer en el error de
lo contrario, es decir, de que no se pueda aprehender en absoluto. La hermenéutica se
inscribe en el campo de la verdad práctica que va más allá de la ambivalencia teórica
absoluta que acepta la ley de todo o nada. La comprensión se encuentra en el reino del más
y del menos: una comprensión puede ser más o menos adecuada, o más o menos correcta.
Desde esta perspectiva, si se tiene en cuenta la verdad práctica frente a la teórica, el rechazo
del objetivismo no implica un relativismo. En su Anti anti-relativism, en 1984, no busca
defender el relativismo sino manifestarse en contra de los que atacan al relativismo
poniendo en evidencia las trivialidades y los que peligros que éstos entrañan.
Geertz define esta transformación, este ver las cosas con la objetividad de que el
nuestro es un mundo entre mundos, un caso particular entre otros muchos casos, un
ejemplo particular de la forma en que se ha desarrollado la vida entre otras muchas formas
de vida y, en defintiva una forma una apertura de la mente sin la cual la objetividad resulta
gratificante y la tolerancia un engaño. La praxis humana se une a la teoría en la medida en
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