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ADELA MARTÍNEZ GARCÍA–LA HERMENÉUTICA CULTURAL DE CLIFFORD GEERTZ
interpretación del texto (Thompson 1994: 131; Reynoso 1992: 9; Bohannan y Glazer 1993:
543-544).
Su concepción post-empirista de la ciencia y su desarrollo de una visión semiótica
de la cultura han servido para desmitificar los fundamentos epistemológicos y ontológicos
de una antropología que, hasta hace poco, había permanecido encerrada en una tradición
utilitarista y positivista de herencia británica (Galanes Valldejuli: 5).
El pensamiento de Geertz ha dado lugar a un arduo y desconcertante debate sobre
el carácter científico de las ciencias sociales, y que aún continúa en la actualidad. Geertz
considera que las diferentes partes que sostienen el debate no han logrado aunar posturas
por el encapsulamiento en el que han vivido las diferentes disciplinas científico sociales
(antropología, sociología, ciencias políticas, ciencias económicas, psicología, historia,
filosofía, etc.) en cuyo seno se defendía que la especialización era sinónimo de progreso
teórico. Esto lleva a la “autosuficiencia intelectual” y conduce al “provincialismo
intelectual” (ibid.: 6).
Hay dos factores que favorecen el desprovincialismo intelectual: el estudio de los
nuevos países del tercer mundo y la doble formación filosófica y antropológica con la que
Geertz aúna dos disciplinas científico sociales. El pensamiento de Geertz está fuertemente
influenciado por el pensamiento filosófico contemporáneo y, de modo especial, por la
filosofía hermenéutica. A menudo se ha relacionado al pensamiento de Geertz con la
hermenéutica romántica del XIX (Shankman 1984; Darnell 1984; Renner 1984). Galanes
Valldejuli (1994: 8) resulta esclarecedor al afirmar que una lectura adecuada de Geertz
depende de su comprensión desde la hermeneútica ontológica contemporánea, desde el
rechazo a la distinción entre en las “ciencias de la naturaleza” o Naturwissenchaften y las
“ciencias del espíritu” o Geisteswissenchaften. La única referencia a la hermenéutica
decimonónica que hace Geertz es para referirse al “hermetismo” en el ha estado inmersa la
tradición antropológica anglo-americana en el pasado, es decir, considerar que su único
antecedente válido se ha de encontrar en la tradición antropológica utilitaria británica y para
rechazar la pretensión de que los antropólogos lean exclusivamente los trabajos de otros
auto-denominados antropólogos. A Geertz lo que le preocupa es subrayar la relación tan
cercana que hay entre los temas discutidos en la filosofía y la antropología actuales al
margen de la división histórica en el debate entre el mundo intelectual de la Europa
continental y el mundo anglosajón, sobre todo en torno a la tradición hermenéutica.
2.2. HERMENÉUTICA Y TRADUCCIÓN
Para vertebrar la idea que tiene Geertz de la hermenéutica en el seno de la cultura –
y su papel en relación con la traducción – es conveniente tener en cuenta que cuando este
antropólogo utiliza el término “cultural” tiene dos implicaciones: la primera, capta la
presuposición básica de que toda comprensión es de carácter cultural o histórico; no existe
ninguna presuposición supra-histórica. La segunda implicación se deriva de la primera, y
está basada en la presuposición de que toda interpretación adquiere sentido cuando se
aplica a casos particulares. La labor del traductor es también la de interpretar un texto
determinado, es decir, un caso concreto. Pero habría que preguntarse qué significa
realmente “interpretar”.
El término “hermenéutica” es de incorporación muy reciente en el vocabulario de
los pensadores anglo-americanos (Bernstein 1983: 109) debido a las viejas divisiones entre
las tradiciones filosóficas continentales y las de habla inglesa. Quizá esta misma división es
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