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ADELA MARTÍNEZ GARCÍA–LA HERMENÉUTICA CULTURAL DE CLIFFORD GEERTZ
o como todo aquello que un individuo debe aprender para vivir en el seno de una sociedad
particular.
De lo anteriormente expuesto se deduce que la cultura contribuye a formar la
sociedad de dos maneras: una objetiva y otra simbólica.
1.1. ASPECTOS OBJETIVO Y SIMBÓLICO DE LA CULTURA
Hemos hablado de formas de sentir, de pensar y de obrar aprendidas y
compartidas; es decir, las normas y los valores culturales contribuyen a la formación de una
colectividad particular que puede ser identificada y distinguida de las demás. Estas formas
aceptadas de actuación y que todos consideran reales es la manera objetiva de conformar
una cultura. Esas formas de pensar, de sentir y de obrar constituyen un modo de actuación
aceptado por la sociedad y que lo distingue de otras sociedades o colectividades. Ese modo
basado en el consenso es simbólico.
Es la significación simbólica de las conductas la que hace que se considere a una
persona extranjera o perteneciente a una colectividad profesional o religiosa por el uso de
una insignia. Es decir, la cultura reviste un vasto complejo simbólico que a partir de
nuestras realidades psicosociales extrae una significación y unas manifestaciones esenciales
de la vida colectiva humana.
1.2. EL SISTEMA DE LA CULTURA
Una última característica de la cultura es la de formar un “conjunto trabado de
relaciones” al que cabría denominar sistema.
Se trata más bien de vínculos y relaciones experimentados subjetivamente por los
miembros de una sociedad y da lugar a que “la coherencia de la cultura sea una realidad
subjetal, es decir la realidad vivida subjetivamente por los miembros de una sociedad”. A
este aspecto debe atender el estudioso interesado en disertar sobre la existencia y estructura
del sistema cultural; es decir, por la percepción de la cultura que tienen los miembros de
una determinada colectividad. Cabe hablar del sistema de la cultura cuando ésta es
percibida y vivida como sistema.
Clifford Geertz (1992) al tratar el tema de la percepción de la cultura dice que lo
que más se acerca al fundamento exclusivo de la verdad son las “imágenes del mundo”, que
se adquieren por la tradición cultural. El concepto geertzeriano de “imágenes del mundo”
encuentra en la tradición hermenéutica filosófica conceptos análogos como “formas de
vida” en Wittgenstein, o “aprehensiones del mundo” en Gadamer. Estas “imágenes del
mundo” o “formas de vida” no son otra cosa que los modos de ordenar y organizar
teleológicamente la experiencia humana del mundo y constituyen en conjunto la cultura.
Geertz (Galanes Valldejuli: 73) concibe que la cultura está compuesta por cuatro
ámbitos de conocimiento teleológico:
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