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ROSARIO GARCÍA LÓPEZ–TEORÍA Y DIDÁCTICA DE LA TRADUCCIÓN
elementos lingüísticos en la cultura meta cuyo valor comunicativo se acerque lo más posible
al de los elementos lingüísticos y verbales en general, de un tipo de texto original dado.
Porque el lector meta no sólo necesita recibir como aceptable el texto traducido, es decir,
ajustado textualmente a las convenciones verbales de su cultura, sino porque esta
aceptabilidad, en determinados tipos de textos, incluye respetar la intención y objetivos del
autor del original. Nos referimos, claro está, a los textos idiolectales y también a los textos
especializados en Humanidades, en los que, por ejemplo, coexiste una terminología
convencional junto a la idiolectal. Por poner un ejemplo, en Berman (1984) es habitual
encontrar neologismos que obedecen a una necesidad específica de transmitir conceptos
también específicos, para los que dicho autor o los autores de los que habla 2 , no encuentran
en su lengua significantes de suficiente valor comunicativo. Así, en ocasiones emplea
términos, como traduisibilité que Le Petit Robert no recoge (en español sí existe
traducibilidad) y, en otras, infunde a algunas palabras de uso habitual un sentido específico,
como es el caso de sus conceptos de expérience o de tradition. Recordemos, por otra parte, el
término translema, acuñado por Santoyo, o los théorèmes de Ladmiral.
A los alumnos enfrentados a la necesidad de traducir un texto de esta tipología,
previa y paralelamente al proceso de producción del texto meta, hay que orientarlos
metodológicamente hacia la lectura de textos paralelos sobre el tema específico tratado,
pero también y muy especialmente hacia la lectura y comprensión conceptual de otros
textos del autor, a fin de familiarizarlos con el verdadero valor comunicativo de los
términos idiolectales y guiarlos en su búsqueda de equivalentes verbales comunicativos en
la cultura de llegada. En este sentido, los alumnos sabrían que el neologismo traduisibilité, en
el caso de no existir un equivalente en nuestra cultura, debería inventarse para responder a
las mismas intenciones y objetivos que el término contiene en el original, y producir un
efecto comunicativo similar.
Así es que, en la segunda fase del proceso de la traducción de un texto, cualquier
método seguido debe incorporar la reflexión sobre los elementos del original marcadores
de la información que se ha de comunicar. Por esta razón, en este momento del proceso
traductológico, los alumnos deben integrar todo el trabajo previo desarrollado en pos del
conocimiento del texto original, a fin de producir un texto meta que comunicativamente
resulte equivalente al texto original. Tanto en textos convencionales como en los
idiolectales, serán, pues, de orden comunicativo los elementos y factores que determinen en
los futuros traductores la elección de elementos lingüísticos en la cultura meta.
Por último, queremos resaltar la necesidad de adjuntar un glosario terminológico a
nuestros programas de didáctica de la traducción. La experiencia docente nos viene
aconsejando la conveniencia de entregar a los alumnos dicho glosario al iniciarse el primer
curso de traducción, a fin de que manejen desde el comienzo una terminología general y
específica de los estudios que llevan a cabo, y de que se habitúen a su empleo. Como
decíamos en algún momento de este trabajo, el conocimiento del valor específico y técnico
de una terminología relacionada con el aprendizaje de la actividad de la traducción va a
redundar en su propia consideración de los estudios que realizan y en su actitud hacia ellos.
2 Es lo que ocurre en su análisis de los románticos alemanes o en la traducción y adaptación que realiza de
expresiones heiddegerianas, tales como “l’être-dans-le-monde” o “la-lettre-en tant-que-lettre”…
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