últimas corrientes teóricas en los estudios de traducción - Gredos ...

MARSHALL MORRIS–EMPATÍA IMAGINATIVA, VIDAS INTELIGIBLES
Estaba esencialmente abierto a las ideas y, por consiguiente, a las personas con
ideas. “Sabía escuchar […] captaba el punto con rapidez, lo consideraba y lo elaboraba. Era
modesto, hasta humilde, siempre ávido de aprender” 5 .
Se dice que su lenguaje estaba saturado de ideas, ágiles saltos intuitivos y juegos [de
palabras], que expresaba a una velocidad impresionante – como si analizara los objetos
desde muchos ángulos, alejándose de ellos y acercándose a ellos – o por lo menos ésa fue la
impresión que yo recibí. Es una visión afín para quienes, como yo, enseñan traducción en
seminarios en que estos métodos son muy apropiados. Fue mediante conversación y
correspondencia constante con un sinnúmero de colegas y amigos intelectualmente
privilegiados como desarrolló este enfoque, que aplicó no sólo a las ideas políticas sino a su
manera de abordar a otras personas, tratárase de su interlocutor o de un escritor de tiempos
remotos. Creo que podemos considerar su enfoque como un método de pensar y razonar
conjuntamente, así como una ética del entendimiento.
En el transcurso de su vida profesional, los traductores se enfrentan a textos de
carácter, propósito, tipo y estilo muy diverso, una variedad enorme de autores, textos,
idiomas e intelectos que expresan la plenitud del alcance de las necesidades, propósitos e
intenciones humanas. Hacerlo bien, de manera inteligente y justa, traducir cada texto a otro
idioma – inspirándose en tradiciones y recursos característicos, atendiendo las diferentes
preocupaciones, limitaciones y formas expresivas – exige mucho del traductor. Al reenfocar
nuestra atención en la complejidad humana a la vez que en la inteligibilidad de los textos,
Berlin parece señalar el camino hacia una solución pragmática de problemas fundamentales en
el campo del adiestramiento del traductor, que, en este caso, no son cuestiones formales ni
lingüísticas sino el cultivo de la empatía y la compresión que afectan a todo tipo de
traducciones.
Tanto aprendices como profesores pueden embeberse tanto en la materia del
lenguaje, en sus fascinantes y complejos sistemas, en sus sutiles y placenteros matices, que
pueden olvidarse de considerar estos asuntos humanos más abarcadores que deben
informar la obra del traductor, sea ésta profesional o literaria.
El problema esencial para los aspirantes a traductores no es, como se inclinan a
pensar, el lenguaje extranjero en sí. Si solamente conocieran más palabras, se imaginan, se
les aclararía el sentido de los textos. Esta impresión es similar a la de un recién llegado a
una sociedad que no le es familiar. Lo que necesitamos para navegarla, consideramos, son
los nombres de los elementos tangibles que constituyen el mundo. Si supiéramos cómo se
llaman las cosas, podríamos abrirnos paso (Morris 1992).
Pero eso no es suficiente. El problema fundamental del traductor es, al contrario,
un problema de imaginación, de una comprensión profunda, intuitiva y humana de la
forma en que los seres humanos usan el lenguaje, de los tipos de problemas que procuran
resolver en todas partes y en todo momento, de los recursos humanos de que disponen
para afrontar estos retos, de la conexión entre los hombres y su mundo, de la inteligibilidad
fundamental de esos otros sistemas de pensamiento y formas de vivir y de ser. Lo que
abrirá el camino a tanta comprensión como pueda ser posible no es solamente el esfuerzo
de adquisición de lenguaje, el aprendizaje de terminología, el estudio de la historia y los
procesos mediante los cuales hombres y mujeres logran lo que logran, aunque se requiere
todo esto y más. Necesitaremos prestar mayor atención a los “talentos perceptuales” de
nuestros estudiantes y las cualidades del intelecto. Patrick Gardiner, hablando sobre las
5 El obituario de Isaiah Berlin escrito por Paul Johnson, que apareció en el New York Times, 12 de noviembre de
1997 (http://www.nytimes.com/books/98/11/29/specials/berlin-lowrisk.html).
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