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ESTHER MONZÓ–EL GÉNERO DISCURSIVO EN LA ENCULTURACIÓN DEL TRADUCTOR
Así pues, los medios que requeriría en circunstancias óptimas la enculturación del
traductor deberían explicitar los elementos culturales pertinentes y delimitar, asimismo, su
grado de fijación, con el fin de darle a conocer tanto los elementos indispensables que
permiten reconocer un género en concreto como tal (véase, desde un punto de vista
lingüístico, Halliday y Hasan 1985: 66, y, desde una perspectiva cultural, Toury 1980 ó
Hermans 1997), como las variaciones estilísticas o retóricas que permite la diacultura en
cuestión (véase Carbonell i Cortés 1999: 138-143).
Si continuamos con la teoría antropológica de aprendizaje cultural en la cual nos
basamos, diremos que, en la interacción entre los miembros de una sociedad, tienen lugar
unos fenómenos cognitivos que Bohannan (1992, 1995) nos explica afirmando que el
cerebro actúa ante todo estímulo como comparador. Por un lado, utiliza la información que
recoge de una base de datos genética (depósito genético) y, por otro, la que recupera de un
depósito de lo aprendido, formado con la experiencia 10 , a través de interacciones múltiples en
las cuales, según Powers (1973), se sigue el esquema siguiente:
Organismo que percibe y se
comporta
Entorno Estímulo Organismo Respuesta
Figura 2. El proceso de interacción de los seres humanos según Powers (1973)
El entorno en el cual nos socializamos nos proporciona diversos estímulos que,
cuando los percibimos, provocan una respuesta por parte del individuo, la cual puede
suscitar o no un comportamiento, aunque siempre se registra como experiencia 11 .
Con este proceso, la información que adquirimos se agrupa para que nos resulte
más fácil de sistematizar. Las corrientes cognitivas emplean el término esquemas (Bartlett
1932) para denominar estas categorías en las que se organiza la experiencia, las cuales evitan
que nos bloquee un exceso de datos por la imposibilidad de gestionarlos (Bohannan 1992:
29) 12 . Somos conscientes de que esta teoría de los esquemas puede resultar demasiado
simplificadora y reduccionista para algunos casos, de manera que no pretendemos aplicarla
de forma general, sino que la tomamos tan sólo con el fin de explicar una parte del
aprendizaje, esto es, la interacción – el modelo de estrategias de van Dijk y Kintsch (1983)
puede resultar muy satisfactorio para profundizar en este aspecto –.
10 Si damos por hecho que el depósito genético es imposible de modificar, al menos de momento, deberemos
centrarnos en el depósito de lo aprendido puesto que: (1) los resultados obtenidos con un universo hipotético de genios
serían de una representabilidad discutible en los estudios descriptivos y (2), a pesar de que no es inusual encontrar
estudiantes brillantes, la rama aplicada debe ocuparse también del resto.
11 Si, efectivamente, se produce un comportamiento, éste incide en el estímulo, que cambia, y puede llegar a
afectar el entorno social; pero esta parte de la interacción nos conduciría a cuestiones que se apartan de lo que queremos
tratar en este punto (las normas, por ejemplo).
12 La misma teoría de los esquemas sirve a Carbonell y Cortés (1997: 63), para abordar cuestiones relativas a la
interpretación de los textos, que amplía en su obra de 1999 con van Dijk y Kintsch (1983).
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Comportamiento