últimas corrientes teóricas en los estudios de traducción - Gredos ...

MARÍA REIMÓNDEZ MEILÁN–LA TRADUCCIÓN DE “HEAR ME SANJAYA”
como explica Godard (1983) – tanto para obras de teoría como de ficción. Además, se han
revisado traducciones desde diversas perspectivas feministas – ya he mencionado la de
Beauvoir realizada por von Flotow (1997) y también hay que destacar la de la Biblia
realizada por Simon (1996) –.
Sin embargo, aparte de estas interacciones, las traductoras feministas han cambiado
radicalmente el papel de la traductora. Su desafío al academicismo reclamando una voz
propia contra las nociones de fidelidad ha llevado a una interacción totalmente diferente
con los textos basada en lo que Flotow denomina “a new found right as producers of
meaning” (Flotow 1997: 45). En este sentido, las traductoras feministas reclaman la
responsabilidad sobre su trabajo, como explica Suzanne de Lobtinière-Harwood:
The difference with rewriting in the feminine is that, unlike the patriarchal agenda,
where the underlying order of discourse is made invisible by passing itself off as “normal”
or “natural”, the feminist agenda has its political cards on the table. The hand mediating is
overt in its intentions (Lobtinière-Harwood 1991: 100-101).
Por lo tanto, la teoría de la traducción feminista subraya la capacidad de la
traductora de realizar un análisis consciente que enfatice que toda lectura y por lo tanto
toda traducción son producto de una interpretación, sólo que las dominantes (patriarcales,
etnocéntricas…) se presentan como las universales y únicas admisibles.
En el caso de la teoría postcolonial, la investigación en traducción se ha centrado
igualmente en las relaciones de poder y el papel de la traductora. Se ha revisado, por
ejemplo, la posición de los textos postcoloniales como material para la traducción (Venuti
1992) o se ha centrado la investigación en el papel de la traducción como práctica que ha
formado parte de la dominación cultural de los imperios durante mucho tiempo – véase,
por ejemplo, el análisis de la traducción del Rubbayyat al inglés por parte de Fiztgerald
realizado por Adnan Abdulla (1999) – pero que ahora también puede abrir las puertas para
las voces que no han sido escuchadas. La elección de los textos y estrategias que establece
el canon para la traducción también han reafirmado las prácticas etnocéntricas y han sido
analizadas por las traductoras postcoloniales.
Un ejemplo particular de todas estas interacciones lo encontramos en la relación
establecida entre las mujeres, las colonias y los textos traducidos. La relación entre las
mujeres y las colonias ya es un tema antiguo de la literatura feminista y postcolonial (véase,
por ejemplo, Mihn-ha 1989), en el que se ha estudiado la representación literaria y de otros
tipos que igualaba a ambos grupos. Esta pareja viene a completarse con el texto traducido,
que se encuentra en la veranda (Ashcroft 1994) de las lenguas, las literaturas y las culturas. El
texto traducido parece no pertenecer ni a la literatura que ha producido el texto original ni
tampoco a la de llegada.
Así, para concluir esta breve introducción, podría establecerse que el cambio en el
papel de la traductora ha implicado nuevos conceptos de responsabilidad en el análisis del
material susceptible de ser traducido. Las lecturas e interpretaciones ya no pueden ser vistas
desde una perspectiva universalista y canónica que siempre ha excluido a las mujeres,
minorías y comunidades colonizadas. En palabras de Kaisa Koskinen:
Misreading is normally seen as a negative deviation from the (one and only)
correct reading. This apparently obvious truth can be questioned. As meanings are not
preordained by nature, the opposition between reading and misreading presupposes that
someone has defined one of the myriad of possible readings as the only correct one. The
main issue then is how some (mis)readings are legalized and institutionalised while others
are suppressed (Koskinen 1994: 450).
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