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ESTHER MONZÓ–EL GÉNERO DISCURSIVO EN LA ENCULTURACIÓN DEL TRADUCTOR
Sin embargo, hay que destacar que, para un traductor especializado (tal y como lo
entendemos en este trabajo), el aprendizaje de una cultura resulta un problema falso, puesto
que, a lo largo de su actividad profesional, debe profundizar en un ámbito de la
comunicación humana y, con eso, en una diacultura, un término que tomamos de Margret
Amman (1989) y que designa un subgrupo determinado de la sociedad. Así pues, este
aprendizaje cultural es, en realidad, un aprendizaje diacultural, más específico. Si tomamos
como ejemplo un traductor jurídico 6 que trabaja con el inglés y el español, podemos
apreciar claramente que el hecho de haberse socializado, como nativo, en la sociedad
española, no le ha servido para poder desenvolverse en la sociedad jurídica, es decir, para
saber actuar en un ámbito marcado por este campo de especialidad.
Por tanto, debe suplir esta carencia de una manera más orientada y los límites que
establecerá coinciden con la diacultura jurídica. Asimismo, el hecho de formarse en la
cultura inglesa no le proporcionará los conocimientos específicos que requiere y,
posiblemente, sí le aportará otros que no actualizará en su trabajo. Con ello, observamos
que, sin abandonar las pretensiones de formación cultural, centrarse en un aprendizaje
diacultural optimiza en gran medida los recursos invertidos en los procesos formativos. No
obstante, debemos advertir que, al hablar de una coincidencia de límites entre la parcela de
formación del traductor especializado y la diacultura objeto de especialización no queremos
implicar que las fronteras entre diaculturas cierren compartimentos demarcados de forma
exacta e inalterable dentro de una cultura en concreto y, de hecho, no podríamos decir algo
así ni tan siquiera de la cultura misma. En nuestro estudio, ambos conceptos se entienden
como instituciones (véase Núñez Mosteo 1999) dialógicas, dinámicas y cambiantes.
Así pues, y a pesar de las diferencias de alcance entre cultura y diacultura, asumimos
la aplicabilidad de los avances en el estudio del aprendizaje cultural para el aprendizaje
diacultural y, a continuación, intentaremos dilucidar los componentes de este proceso. De
nuevo, nos remitimos a Kottak, quien nos explica que cada individuo incorpora una
tradición cultural mediante la interacción con otros individuos de su misma sociedad
(Kottak 1997: 18).
Cabe señalar, sin embargo, que, para un traductor jurídico, esta interacción no es
posible, ya que su relación con los adultos de la diacultura no se produce en los mismos
términos en los que se relacionan los miembros de ésta. Así, su socialización y aprendizaje
debe llevarse a cabo con unos medios diferentes. Si tomamos como ejemplo, de nuevo, un
traductor jurídico 7 , cuando éste identifica una dificultad 8 , determina su tipo con el fin de
acudir a las fuentes de documentación más adecuadas. Las dificultades relacionadas con las
deficiencias respecto a la competencia cultural pueden solucionarse con consultas a
expertos (esto es, a miembros adultos de la diacultura) o con textos producidos por éstos o
basados en ellos (manuales, leyes, contratos, glosarios, etc.). Éstos son, pues, los medios,
los agentes de enculturación específicos del traductor.
Por otro lado, también nos puede ser útil la distinción entre los procesos de
socialización primaria y los de socialización secundaria (véase Fernández Mostaza 1999: 48-
49), ya que tienen características bien diferenciadas y comportan perspectivas de estudio
6 Tomamos este ejemplo por nuestro interés personal en la traducción jurídica.
7 No discriminamos a los traductores jurídicos que han adquirido la competencia diacultural con una licenciatura
en Derecho de los que no han tenido esta formación, puesto que consideramos que en todos dos casos las fuentes son las
mismas (a pesar de que el objetivo de la consulta y, por tanto, el tratamiento que se hace de la documentación sean
divergentes). Sin embargo, no descartamos que esta situación pueda cambiar y que los traductores jurídicos dispongan de
instrumentos mucho más ajustados a sus necesidades (Monzó y Borja e.p.).
8 Tomamos la distinción de Nord (1997) entre problemas y dificultades.
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