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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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orígenes, estas etnias se consolidan por obra y gracia del Estado y de la guerra,<br />

que han ido siempre de la mano, aunque también juega un gran papel<br />

la religión organizada. En las etnias, a veces se dan casos de disolución o de<br />

cambio radical, pero lo más frecuente es su renovación, ya sea mediante reformas<br />

desde dentro, préstamos culturales desde fuera o movimientos de gran<br />

participación popular, que van contribuyendo a la constitución histórica de<br />

las naciones organizadas por el Estado, pero también a la integración en otras<br />

entidades estatales o a la constitución de grupos nacionalistas que aspiran al<br />

Estado propio.<br />

Una de las causas más habituales de la falta de acuerdo y de los conflictos<br />

sociales es la utilización confusa e imprecisa de las palabras y de los conceptos,<br />

en el curso de un debate o de una polémica. En el caso de la nación, hay una<br />

corriente que tiene una visión moderna y se niega a hablar de naciones antes<br />

del siglo xviii, mientras que otros hablan de naciones ya en la Antigüedad,<br />

refiriéndose a Egipto o a los asirios. Es obvio que la realidad sociopolítica de<br />

Egipto no tiene nada que ver con las naciones de ciudadanos en gran escala,<br />

que Ernest Gellner hace surgir de la industrialización moderna y de los<br />

principios liberales y democráticos (5). Renán decía que en ningún grado<br />

fueron naciones Egipto o Caldea: “eran rebaños conducidos por un hijo del sol<br />

o por un hijo del cielo”. Pero sí podemos considerar que Egipto era un Estado<br />

étnico, fuertemente unificado por una burocracia y un sacerdocio, que tenía<br />

sus leyes y costumbres, su religión, sus mitos y formas culturales colectivas.<br />

En Grecia, tampoco es procedente hablar de una nación helena. Existía una<br />

unidad cultural de la Hélade, no política, fragmentada en múltiples polis o<br />

ciudades-estado, que guerreaban entre sí. Ni siquiera llegaron a unirse todas<br />

ante el común peligro del Imperio persa, y salvo en el idioma, la religión y<br />

los juegos olímpicos, verdaderamente panhelénicos, no existía nada parecido<br />

a una cultura común. <strong>El</strong> gran discurso fúnebre de Pericles, o si se quiere de<br />

Tucídides, era un canto patriótico de las excelencias de Atenas, no de Grecia.<br />

Y las encendidas llamadas a la unidad de los helenos que hizo Isócrates cayeron<br />

en el vacío, hasta que llegó Alejandro de Macedonia y transformó aquella<br />

proliferación de ciudades y comunidades étnicas en un Imperio. Ni siquiera<br />

en el caso del Israel antiguo cabe hablar de nación. Se ha querido ver, en la<br />

sublevación de los zelotas y los macabeos contra los romanos, una muestra de<br />

guerrilla nacionalista y de nacionalismo judío. Y la descripción que hace Flavio<br />

Josefo revela un profundo sentimiento de solidaridad del pueblo elegido y<br />

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