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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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no se sabe distin guir entre el derecho a la tolerancia y la libertad religiosa.<br />

La tolerancia es un paso anterior a la libertad, propia de situaciones de preponderancia<br />

y monopolio de una religión, cuando se consigue no ser coaccionado<br />

ni perseguido por las creencias íntimas que se tengan, pero sin que<br />

ello signifique reconocimiento alguno de la libre expresión de tales creencias<br />

ni la igualdad de derechos con los que profesan la religión dominante. La<br />

libertad de conciencia y la libertad religiosa implican, por el contrario, un<br />

derecho de igualdad para todas las confe siones, sin restricciones por la condición<br />

minoritaria y, menos aún, porque los mayoritarios estimen que los<br />

demás se hallan en el error.<br />

Locke –cuya Carta sobre la Tolerancia se publicó cuando ya se había producido<br />

el compromiso político que hizo posible la Ley– comienza con una rotunda<br />

declaración inicial: “estimo que la tolerancia es la característica principal de la<br />

verdadera Iglesia”, y luego expresa ideas similares a lo largo de su obra: “Si un<br />

hombre yerra el justo camino, ello constituye su propia desgracia y no una injuria<br />

contra ti; no debes, por lo tanto, castigarle en las cosas de esta vida porque supongas<br />

que será miserable en la venidera” (97). Locke añade que lo que afirma respecto<br />

de la tolerancia mutua entre personas privadas se aplica también a las Iglesias,<br />

y nadie tiene títulos para invadir los derechos civiles o las propiedades con el<br />

pretexto de la religión, ni siquiera alegando razones de paz pública o de interés<br />

del Estado, salvo en el caso de ritos que sean claramente nocivos para el bien<br />

público. Sin embargo, Locke, que niega el derecho a prohibir lo que algunos<br />

llaman “idolatría” porque la consideran pecaminosa, dice que, “no deben ser de<br />

ninguna forma tolerados quienes niegan la existencia de Dios” (98), y dice también,<br />

en clara alusión a los católicos, que “no puede tener derecho a ser tolerada<br />

por el magistrado una Iglesia constituida sobre una base tal que todos aquellos que<br />

entran en ella se someten ipso facto a la protección y servicio de otro príncipe” (99).<br />

La tolerancia no era la libertad religiosa, pero, con todo, la Carta de Locke<br />

suponía un avance decisivo en la defensa de las libertades, afirmando que cada<br />

hombre debe disfrutar de los mismos derechos concedidos a los demás, y que<br />

ni el Estado ni las Iglesias pueden invadir el campo de los derechos civiles individuales,<br />

previos a cualquier contrato social que los hombres puedan convenir<br />

entre sí o entre ellos y el Estado. Si, en la primera revolución inglesa de los años<br />

cuarenta, Milton había levantado la bandera de la libertad de prensa, ahora, en<br />

la segunda revolución de 1688, John Locke se adelantaba en la batalla por la<br />

libertad religiosa y de conciencia con su Carta sobre la Tolerancia.<br />

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