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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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de señoritos desocupados. Pero en el alejamiento de la revolución científica y<br />

del pensamiento que experimenta España en el siglo xvii, la Inquisición y la<br />

intolerancia del poder político son los factores predominantes. La ciencia y el<br />

pensamiento florecen en la comunicación, en la libertad, en la colaboración<br />

acumulativa, y Felipe II estableció una barrera aislacionista del mundo europeo,<br />

secundado en el interior por la intolerancia inquisitorial. Su tristemente<br />

famosa Pragmática es como una venganza del destino contra el pueblo que<br />

abrió para todos un mundo nuevo: “Mandamos –dice Felipe II– que de aquí<br />

adelante ninguno de los nuestros súbditos y naturales, de cualquier estado, condición<br />

y calidad que sean; eclesiásticos o seglares, frailes ni clérigos ni otros algunos,<br />

no puedan ir ni salir de estos reinos a estudiar, ni enseñar, ni aprender, ni a estar<br />

ni residir en universidades, ni estudios ni colegios fuera de estos reinos; y que los<br />

que hasta agora y al presente estuvieren y residieren en tales universidades, estudios<br />

o colegios: se salgan y no estén más en ellos dentro de cuatro meses después de<br />

la data y publicación de esta carta, y que las personas que contra lo contenido en<br />

nuestra carta, fueren y salieren a estudiar y aprender, enseñar, leer, residir o estar<br />

en las dichas universidades, estudios o colegios fuera de estos reinos; a los que estando<br />

ya en ellos, y no se saliesen y fueren y partieren dentro del dicho tiempo, sin<br />

tornar ni volver a ellos, siendo eclesiásticos, frailes o clérigos, de cualquier estado,<br />

dignidad y condición que sean, sean habidos por extraños y ajenos destos reinos<br />

y pierdan y les sean tomadas las temporalidades que en ellos tuvieren; y los legos<br />

cayan y incurran en pena de perdimiento de todos sus bienes, y destierro perpetuo<br />

de estos reinos…” (75).<br />

Esta larga cita de la prosa burocrática del Rey Prudente indica la prisión<br />

intelectual en que fueron encerrados los amantes del saber. <strong>El</strong> viaje intelectual<br />

quedaba confinado en el interior de la Península. Más allá sólo se podía llegar<br />

a Bolonia, a Roma, a Nápoles, donde la ortodoxia estaba bien guardada. Y<br />

dentro del cordón sanitario, los médicos de almas se afanaban en prevenir y<br />

extirpar cualquier contaminación herética, cualquier síntoma de pensamiento<br />

alejado del credo oficial, cualquier perturbación del orden católico definido<br />

en Trento. ¿Qué podía esperarse de tal circunstancia, en un mundo curioso<br />

que iba a ensayar la novedad científica por mil difíciles caminos?<br />

<strong>El</strong> siglo xvi había tratado de extender en Europa la razón, de confinar la<br />

religión en su esfera específica, de crear un campo de acción para la ciencia y<br />

el pensamiento libre. Pero las limitaciones eran obvias. <strong>El</strong> estudio de Lucien<br />

Fébvre sobre Rabelais muestra hasta qué punto era imposible en la época un<br />

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