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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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progreso moderno, y la transición puede simbolizarse en el paso del Discurso<br />

sobre la Historia Universal, de Bossuet, aparecido en 1681, al Ensayo sobre las<br />

costumbres y el espíritu de las naciones, de Voltaire, publicado en 1756. Entre<br />

la última teología de la historia al estilo de San Agustín y la primera filosofía<br />

de la historia al estilo ilustrado, las viejas creencias en la providencia divina<br />

fueron siendo reemplazadas por la creencia en un progreso inmanente e indefinido<br />

de la sociedad humana. En realidad, según escribe Bury, “los hombres no<br />

pudieron formular una teoría del progreso hasta que no se sintieron independientes<br />

de la Providencia” (63). Pero ello requería, previamente, la afirmación de<br />

la crítica racional de cualquier conocimiento o de cualquier principio, fuese<br />

secular o religioso.<br />

En esa etapa crítica de la conciencia europea se precisaba una figura del<br />

calibre intelectual de Pierre Bayle. Los libertinos, como Saint-Evremond, devotos<br />

de la felicidad, la libertad y la vida apacible, negaban las autoridades<br />

establecidas, criticaban los Evangelios, se reían de los milagros. Saint-Evremond,<br />

que en frase de Paul Hazard, no es ya el libertinaje militante sino el<br />

libertinaje triunfante (64), amaba la vida con un sentido de libre disposición<br />

de sí mismo, tolerante con las ideas y con los pueblos ajenos, que le llevaba<br />

a un cosmopolitismo precursor del siglo xviii. Pero su actitud espiritual era<br />

poco profunda. Con Pierre Bayle, la libido sciendi invade el panorama intelectual,<br />

en un afán, curioso y crítico a la vez, de saberlo todo para criticarlo.<br />

Él mismo, en una carta a su hermano de 27 de febrero de 1673, habla de su<br />

insaciabilidad de conocimiento, como “una hidropesía pura, que cuanto más se<br />

le da, más exige”. Y en medio de esa fiebre intelectual se lanza a un agotador<br />

programa de trabajo crítico, donde las ideas se oponen en libertad y los errores<br />

se denuncian sin concesión alguna. Su Diccionario histórico y crítico es la<br />

mayor demolición de supersticiones, leyendas, falsedades históricas, errores de<br />

hecho, propagandas y lugares comunes que jamás se haya hecho en la historia.<br />

Todo lo que existe está sometido a revisión y duda, y ninguna autoridad, sacra<br />

o profana, goza de privilegios que escapen a la crítica. <strong>El</strong> hecho mismo de<br />

haber elegido para su trabajo la forma de un diccionario, dice Ernst Cassirer,<br />

no es una casualidad, porque el diccionario permite destacar, frente al espíritu<br />

jerárquico de los sistemas racionales, el espíritu de la mera contraposición<br />

(65). Desde la presentación sencilla de lo real, Bayle se empeña en un combate<br />

para desengañar a los hombres, haciendo uso de su razón, al margen de consideraciones<br />

religiosas indemostrables. Para Bayle, el principio cartesiano de<br />

– 167 –

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