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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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Debe decirse aquí, sin embargo, que ese discurso de Josefa Amar había sido<br />

precedido, en la Ilustración española, por otro más documentado, profundo<br />

y expeditivo, del Padre Feijoó.<br />

En su Teatro crítico, el buen fraile dedica un amplio Discurso a la Defensa<br />

de las Mujeres, que sigue siendo de lectura útil y esclarecedora, no sólo para<br />

misóginos, sino para desorientados militantes contra el discurso ilustrado, de<br />

ambos sexos. Feijoó no ignora el riesgo de su empeño. “No es ya sólo un vulgo<br />

ignorante –escribe– con quien entro en la contienda: defender a todas las mugeres<br />

viene a ser lo mismo que ofender á casi todos los hombres, pues raro hay que no<br />

se interese en la precedencia de su sexo con desestimación del otro”. <strong>El</strong> vilipendio<br />

de las mujeres las llena de defectos, pero como se insiste especialmente en la<br />

limitación de su entendimiento, dice Feijoó, es aquí donde él va a discurrir<br />

“más largamente sobre su aptitud para todo género de ciencias y de conocimientos<br />

sublimes” (157). Una amplia reflexión psicológica y moral, acompañada de un<br />

sutil recorrido histórico por los caracteres físicos y morales de las mujeres, por<br />

los juicios vertidos, por las experiencias, capacidades y virtudes de las mujeres<br />

en la vida política, en la economía, en la literatura, en el arte, incluso en la<br />

milicia, sirven de argumentación sólida para avalar la igualdad de los sexos.<br />

Y, así, “llegamos al batidero mayor, que es la cuestión del entendimiento…, porque<br />

los Autores…, están tan a favor de la opinión del vulgo, que casi uniformes<br />

hablan del entendimiento de las mugeres con desprecio” (158). Feijoó se bate a<br />

fondo desde el principio: “hombres fueron los que escribieron esos libros, en que<br />

se condena por muy inferior el entendimiento de las mugeres. Si mugeres los hubieran<br />

escrito, nosotros quedaríamos debaxo. Y no faltó alguna que lo hizo, pues<br />

Lucrecia Marmella, docta veneciana, entre otras obras que compuso, una fue un<br />

libro con este título: Excelencia de las mugeres. cotejada con los defectos y vicios de<br />

los hombres, donde todo el asunto fue probar la preferencia de su sexo sobre el nuestro”.<br />

Pero el uso de una lógica elemental descalifica los discursos de hombres<br />

superficiales, que ven a las mujeres reducidas a tareas caseras y de ello deducen<br />

que no son capaces para otra cosa. Del hecho de que las mujeres no sepan<br />

más, no se infiere que no tengan talento para más. Nadie sabe más que aquella<br />

facultad que estudia, sin que de aquí se pueda colegir, sino bárbaramente,<br />

que la habilidad no se extiende a más que la aplicación. Si todos los hombres<br />

se dedicasen a la agricultura, de modo que no supiesen otra cosa, ¿sería esto<br />

fundamento para discurrir que no son los hombres hábiles para otra cosa? La<br />

excelencia de muchas mujeres en diversas áreas del entendimiento y la cultura<br />

– 507 –

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