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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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Y de Portugal, precisamente, había llegado el libro de otro fraile, ilustrado<br />

como Feijoo, Luis Antonio Verney, titulado el Barbadiño como sinónimo<br />

autor de luengas barbas (241). Verdadeiro método de estudiar era una crítica<br />

de la universidad portuguesa, de sus métodos obsoletos, totalmente aplicable<br />

a la española, y su traduc ción desató aquí reacciones furibundas, sobre todo<br />

entre los jesuitas –desde el Padre Isla hasta Antonio Codorniú– que veían en<br />

la crítica una mera animosidad contra la Compañía (242). Pese a ello, los<br />

ilustrados siguieron adelante con un plan de reforma de las universidades,<br />

algunas de las cuales, como Salamanca, se resistieron por todos los medios a<br />

salir de la rutina. Al fin, se fueron modernizando los programas y libros de<br />

texto, en Medicina, en Filosofía, en Derecho. Se introdujo el estudio de la<br />

Economía Política en algunas universidades, y el Derecho Natural y de Gentes<br />

se enseñó por primera vez en los Reales Estudios de San Isidro, en 1771<br />

(243). Esta última disciplina abría para la cultura española el horizonte del<br />

pensamiento europeo avanzado. <strong>El</strong> titular a quien encomendó la cátedra Carlos<br />

III, Joaquín Marín y Mendoza, publicó pocos años después una Historia<br />

del Derecho Natural y de Gentes, donde se exponía la doctrina de Grocio, de<br />

Pufendorf, de Montesquieu, de d’Holbach, de Rousseau. Por si fuera poco<br />

para desesperación de ultramontanos, Marín reeditó los <strong>El</strong>ementos de Derecho<br />

Natural y de Gentes, de Johann Sottlieb Heineccius, y, con todo ello, las<br />

doctrinas del pacto social se extendieron por el país. De ese modo, si por un<br />

lado se suprimían las cátedras y las enseñanzas de las doctrinas de Mariana,<br />

Suárez y Molina –que mantenían limitaciones del poder real poco admisibles<br />

para el absolutismo ilustrado, con peligrosas defensas del tiranicidio– por otra<br />

parte se abrían paso, mediante las teorías del pacto social, el principio de la<br />

soberanía popular y los derechos inalienables del individuo, que afloraban<br />

con toda claridad en Valentín Foronda (244), en las Cartas político-económicas<br />

al Conde de Lerena y en la Carta al Príncipe de la Paz, de Cabarrús (245). De<br />

poco valía que la Inquisición se empeñara en su particular cruzada contra las<br />

ideas llegadas de Europa, requisando libros y expurgando bibliotecas, con una<br />

escasa eficacia, por otra parte, según ha mostrado la excelente investigación<br />

de Marcelin Defourneaux (246). Pese a los mil obstáculos que las fuerzas de<br />

reacción y del privilegio opusieron al avance del pensamiento libre y de los<br />

derechos del hombre –circunstancia bastante común a toda Europa, donde<br />

fue necesario ir disputando con sangre las cotas del progreso, una a una– la so-<br />

– 241 –

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