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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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embargo, eran poco convincentes ante la evidencia clara y repetida de la presencia<br />

del mal, en un mundo donde existían Bastillas, se cometían asesinatos y<br />

ocurrían terremotos catastróficos. Ni Locke, ni Leibniz, ni Pope, habían dado<br />

una explicación convincente del mal en el mundo. Hume abordó el problema<br />

con su dialéctica implacable, empezando por descartar el uso de la razón para<br />

probar la bondad o la maldad de Dios; en los Diálogos sobre la religión natural,<br />

vuelve a plantear las viejas preguntas de Epicuro que están todavía sin respuesta:<br />

¿Es que quiere evitar el mal y es incapaz de hacerlo? Entonces, es que es impotente.<br />

¿Es que puede pero no quiere? Entonces, es malévolo. ¿Es que quiere<br />

y puede? Entonces, ¿de dónde proviene el mal? (113). Difícilmente se hallará<br />

la respuesta si nos seguimos moviendo en un plano que pretende utilizar la<br />

razón para dar respuesta a preguntas finales, y lo más probable es que por esa<br />

vía arribemos a un desencantado escepticismo, lo cual, paradójicamente, no<br />

le viene mal a las gentes de fe. “Ser un escéptico filosófico –concluye Hume, al<br />

final de su libro– es, en un hombre de letras, el primer paso y el más esencial, para<br />

llegar a ser un auténtico cristiano creyente” (114).<br />

<strong>El</strong> juego irónico produce grandes satisfacciones a quienes lo siguen en una<br />

dialéctica racional, pero no resuelve los problemas planteados. Aún en el supuesto<br />

de sustituir a Dios por la naturaleza, como hacían algunos ilustrados,<br />

la cuestión seguía en pie: si la naturaleza es buena, no debe haber mal en el<br />

mundo; si el mal en el mundo existe, entonces la naturaleza no es buena. Pero,<br />

si el mal existe, como los hechos indican, y no podemos hallar el remedio en<br />

una naturaleza desprovista de bondad, ¿cuál es el camino a seguir?<br />

Voltaire vuelve a enfrentarse con los Pensamientos de Pascal, después de la<br />

demolición crítica del cristianismo que se había hecho ya por Spinoza, por<br />

Bayle, por Locke, por el deísmo inglés; pero el autor de Cándido, que gusta de<br />

la filosofía del sentido común, es consciente de que para dialogar con Pascal<br />

hay que tomárselo muy en serio y estar dispuesto a llegar hasta el final. En<br />

la edición de las Cartas filosóficas aparecida en Francia en 1734, se incluían<br />

los comentarios de Voltaire a los Pensamientos de Pascal, que se fueron incrementando<br />

con nuevos comentarios en ediciones posteriores. Y conviene dejar<br />

hablar al propio Voltaire de sus propósitos. “Respeto el genio y la elocuencia de<br />

Pascal –escribe–; pero cuanto más los respeto, más persuadido estoy de que habría<br />

él mismo corregido muchos de esos pensamientos, que había lanzado al albur sobre<br />

el papel para examinarlos después, y, admirando su genio, combato algunas de<br />

sus ideas. Me parece que en general el espíritu con el que el señor Pascal escribió<br />

– 188 –

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