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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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avanzada y universal de dos españoles renacentistas: Huarte de San Juan y<br />

Luis Vives.<br />

Vives, un valenciano viajero por Europa, finalmente asentado en Brujas,<br />

era un intelectual moderno y combativo, integrado en los círculos de Erasmo<br />

y Tomás Moro, que si todavía “no tiene la vista franca hacia el futuro”, según<br />

dice Ortega, sí es, “tal vez, el último humanista y, por lo mismo, el primero en<br />

quien asoma con tono normal –y no prematuro, alborotado y confuso como en Petrarca–<br />

la modernidad” (14). La obra de Vives implica una profunda reflexión<br />

sobre la cultura occidental, entendida como cultura del espíritu, y Ortega nos<br />

dice que Vives va a insinuarnos que esa cultura ha de ser sobria, útil y empírica,<br />

tres notas que constituyen la esencia de la concepción científica de Bacon<br />

(15). Su gran obra enciclopédica, Las Disciplinas, es el antecedente de La Gran<br />

Instauración de Bacon, y ahí, como en otras partes, Vives se decanta a favor del<br />

conocimiento de los modernos y de la investigación racional de todas las realidades,<br />

protestando contra el empleo de la desgraciada metáfora de los enanos<br />

y los gigantes, en una forma que tendrá gran repercusión en Europa. “Falso es<br />

y necio –escribe Vives– aquel símil que muchos toman como muy agudo e incontrovertible;<br />

a saber: que nosotros andamos agarrados a nuestros ascendientes, como<br />

enanos en hombros de gigantes. No es esto. Ni nosotros somos enanos ni fueron ellos<br />

gigantes; todos tenemos la misma estatura, y aún diré que nosotros nos encaramamos<br />

más arriba gracias al bien que nos hicieron, siempre que haya en nosotros lo<br />

que en ellos hubo; a saber: estudio, concentración de espíritu, desvelo, amor de la<br />

verdad. Si esto nos falla, ya ni siquiera somos enanos, ni somos llevados a hombros<br />

de gigantes, sino hombrecillos de merecida pequeñez, derribados en el suelo” (16).<br />

Vives se niega a entregarse a la dictadura de los antiguos, que están llenos de<br />

errores, contradicciones e ignorancias, pareciéndole absurdo dejar de utilizar<br />

el propio ingenio, la indagación y la experiencia de las cosas, para enarbolar<br />

como criterio científico la antigüedad de los autores. Pero ¿no era Aristóteles<br />

posterior a Anaxágoras, o Virgilio posterior a Ennio? ¿Y no fueron valorados<br />

mucho mejor que sus “antiguos”?. “Menguado concepto tiene de la Naturaleza<br />

el que piensa que con uno o dos partos quedó agotada”. Hay que esforzarse en<br />

hallar por uno mismo el camino y no son pocas las novedades que los modernos<br />

han ido acumulando en el saber común. Frente a la indagación racional<br />

y al uso de la inteligencia, no hay Aristóteles que valga. “Qué hay en Aristóteles<br />

–dice Vives– que suponga esa primacía intelectual? ¿Por ventura aquello que<br />

pertenece al asentimiento de la verdad, tan radicalmente que Aristóteles sólo posea<br />

– 150 –

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