12.04.2013 Views

LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Una gran parte de nuestro siglo veinte ha transcurrido en medio del debate<br />

de esos estereotipos y de ese mito de los caracteres nacionales, que ha<br />

sido vapuleado por J.A. Maravall y Julio Caro Baroja con notable erudición<br />

e ironía. Otros historiadores han insistido en la cuestión. Menéndez Pidal,<br />

en la “Introducción” a su edición de la monumental Historia de España habla<br />

de los caracteres y de los rasgos que definen a los españoles agrupándolos<br />

en unas cuantas rúbricas: sobriedad, desinterés, energía y apatía, humanitarismo,<br />

tradicionalidad, idealidad, individualismo y algún otro. Menéndez<br />

Pidal considera que la sobriedad es la cualidad del carácter español –que él<br />

remonta al pensamiento de Séneca– y que nuestra gran virtud, y a la vez<br />

nuestro gran defecto, ha sido “atender a los móviles ideales más que a los provechos<br />

económicos”. Sin embargo, el propio autor estima “ese despego hacia el<br />

trabajo, tan señalado a través de los siglos cuenta con rectificaciones de carácter<br />

general no difíciles ni frecuentes”. Lo que ocurre es que somos inconstantes, la<br />

intermitencia en el esfuerzo no es diaria, y “satisfecha la necesidad apremiante,<br />

la atención se va tras otros móviles que le resultan más atractivos” (39). Américo<br />

Castro y Sánchez Albornoz, discípulos notables de Menéndez Pidal,<br />

siguieron dentro de su línea investigadora, si bien con grandes polémicas y<br />

divergencias entre ellos dos y también con respecto a su maestro en varios<br />

enfoques. Américo Castro negó el supuesto senequismo español, mantenido<br />

por Menéndez Pelayo, Ganivet, Menéndez Pidal y tantos otros, afirmando<br />

de modo contundente que “Séneca no era español, ni los españoles son<br />

senequistas”. Además, en cuestiones que aquí nos conciernen, a la hora de<br />

configurar lo que él llama la peculiar “vividura” del español, Castro cree que<br />

el hidalguismo de los cristianos castellanos, con su desprecio por las tareas<br />

mecánicas y artesanas, dejó esas funciones útiles y productivas en manos de<br />

moros y judíos, al mismo tiempo que se iba avanzando en el sentimiento de<br />

pertenecer a una casta superior. De este modo, aunque se valoraba lo producido<br />

por los artesanos, negociantes, industriales y demás profesionales,<br />

se degradaba a quienes lo hacían, como propio de castas inferiores. “<strong>El</strong> producto<br />

era bueno –escribe Castro– pero sus productores no se convertían en una<br />

clase social legitimada. La producción de riqueza no aparecía como un índice de<br />

valor para la casta cristiana, la cual necesitaba y desdeñaba a quienes allegaban<br />

dinero”. Y, así, el villano más humilde tenía conciencia de pertenecer a una<br />

casta que podía elevarle en cualquier momento a la hidalguía, a través de los<br />

caminos legítimos: “Iglesia, mar o casa real”, por un lado, “corte o cortijo”,<br />

– 127 –

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!