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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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vive en un momento crucial de la cultura europea, en el cual se está tratando<br />

de conciliar el sentimiento religioso y el pensamiento racional. Y él se plantea<br />

un universo armónico, derivado de la perfección suprema de Dios, que constituye<br />

el mejor orden posible.<br />

Esta concepción optimista y armónica del orden, que tiene Leibniz, se inserta<br />

en su teoría de las mónadas, un término que toma de Giordano Bruno y<br />

del neoplatonismo. Las mónadas, unas sustancias simples, cerradas, “sin ventanas<br />

por donde algo pueda entrar o salir”, están sometidas, sin embargo, a un<br />

cambio continuo, en función de un principio interno, que actúa para pasar de<br />

una percepción a otra, pues “todo estado presente de una sustancia simple es<br />

naturalmente una consecuencia de su estado anterior, de tal suerte que el presente<br />

está preñado del porvenir” (44). La imagen de unas mónadas grávidas de<br />

futuro contradice la idea de un sistema cerrado, aunque cada mónada se presente<br />

como un universo espiritual, como un mundo aparte sin ventanas, que<br />

se basta a sí mismo, dentro de una jerarquía en la escala de la perfección, que<br />

va desde la “mónada desnuda”, que no tiene clase alguna de sentimiento, hasta<br />

la mónada racional o espíritu, dotada de conciencia, reflexión y conocimiento<br />

de las verdades necesarias. Hay, pues, una infinidad de mónadas muy diversas,<br />

si bien la sabiduría divina al crear cada mónada ha tenido presentes todas las<br />

demás, resultando de ello una especie de ley serial que une las mónadas entre<br />

sí, y que Leibniz llama armonía preestablecida (45).<br />

La intervención de la divinidad en el diseño de ese mundo armónico supone<br />

que, habiendo una infinidad de mundos posibles en las ideas de Dios, en<br />

virtud del principio de razón suficiente, que excluye cualquier arbitrariedad,<br />

Dios, como ser perfecto, tiene que elegir el mejor de los mundos posibles.<br />

“Y ésta es la causa –escribe Leibniz– de que exista lo mejor; la sabiduría de<br />

Dios lo conoce, su bondad lo elige y su poder lo produce” (46). He aquí la fundamentación<br />

del famoso optimismo de Leibniz. Ortega, en el análisis de ese<br />

optimismo, parte de otro texto de los escritos de Leibniz, que se debe citar<br />

según su traducción: “De la Perfección Suprema de Dios se sigue que al producir<br />

el Universo ha escogido el mejor Plan posible, en el cual se dé la mayor variedad<br />

con el mejor orden; en que se produzca el mayor efecto por las vías más sencillas; en<br />

que haya el maximun de potencia, de conocimiento, de dicha y de bondad que el<br />

Universo puede admitir. Porque todos los posibles, pretendiendo a la existencia en<br />

el entendimiento de Dios proporcionalmente a sus perfecciones, dan como resultado<br />

de todas estas pretensiones el Mundo Actual más perfecto posible. Y sin esto no<br />

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