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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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suya? En este punto los historiadores que más saben son los menos dispuestos a<br />

aventurar una opinión precisa” (90).<br />

Cromwell, el gran héroe de la Revolución Inglesa, tal vez tuvo que disolver<br />

los parlamentos para llevar adelante el proceso revolucionario, pero la excesiva<br />

contemplación de las guerreras rojas de sus tropas humillando a la Cámara y a<br />

los parlamentarios tiñeron su actuación con el signo indeleble de la espada. La<br />

época, es cierto, entendía poco de sutilezas democráticas, y las propuestas de<br />

tolerancia religiosa de Cromwell iban mucho más allá de todo lo que se estaba<br />

haciendo, salvo en Holanda, para reconciliar las distintas Iglesias protestantes,<br />

si bien los puritanos tendieron después a excluir del poder y del gobierno del<br />

Estado a todo el que no perteneciera a su confesión, como sigue ocurriendo<br />

actualmente con la práctica de algunos partidos políticos. Es evidente también<br />

que puede resultar más literario recordar la Revolución Inglesa por el<br />

genio y los escritos de Milton, “el poeta, el hombre de Estado, el filósofo, la gloria<br />

de la literatura inglesa, el campeón y el mártir de las libertades de Inglaterra”,<br />

en frase grandilocuente de Macaulay (91). Pero Macaulay dice también que<br />

Milton, el autor de la Areopagítica y del Tratado sobre el poder civil en causas<br />

eclesiásticas, no puede ser atacado por su conducta pública y su aceptación de<br />

un cargo durante el Protectorado, como se ha hecho con frecuencia, porque la<br />

Revolución puritana es tan defendible y tuvo las mismas justificaciones y los<br />

mismos méritos que la tan alabada Revolución de 1688; porque la lucha contra<br />

la tiranía, en pro de las libertades de Inglaterra, fue la misma; y, en última<br />

instancia, porque Cromwell no deseó nunca el poder absoluto, quiso dar a su<br />

país la Constitución más avanzada que había conocido el mundo y, si bien es<br />

cierto que pidió para sí mismo el primer lugar en el Estado, lo hizo con unos<br />

poderes similares a los que tenía el Statúder de Holanda o el futuro presidente<br />

Washington. Cromwell, dice Macaulay, dio al Parlamento todo el poder legislativo,<br />

sin reservarse siquiera un derecho de veto, y si actuó a veces de forma<br />

poco moderada con el Parlamento se debió a que tampoco había moderación<br />

en la otra parte, donde unos querían volver al absolutismo monárquico y otros<br />

procuraban establecer una oligarquía veneciana. La actuación de Cromwell y<br />

la de Milton se entienden mejor si se tiene en cuenta que “la elección no estaba<br />

entre Cromwell y la libertad, sino entre Cromwell y los Estuardo” (92). Y nadie<br />

puede dudar de lo que escogió Milton, cuando se compara el Protectorado<br />

con los posteriores años de la Restauración de los Estuardos, que provocaron<br />

la nueva Revolución de 1688.<br />

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