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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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con desigual fortuna, pero negándose siempre a la aceptación de un destino<br />

ciego que pudiera venir impuesto por el determinismo causal (165), no es el<br />

azar quien rige el mundo, sino leyes generales, físicas y espirituales, que actúan<br />

en cada Estado concreto. De ahí que a cada país le corresponda una determinada<br />

forma de Estado. No todos pueden soportar las mismas leyes. Montesquieu<br />

llama la atención sobre la importancia del clima, del suelo, del tamaño<br />

del Estado, de las costumbres imperantes. Es cierto que exagera su influencia,<br />

provocando la cólera de Voltaire, que, en réplica a Montesquieu, sostiene que<br />

la superioridad de Europa sobre los demás pueblos no se debe al clima, sino a<br />

los griegos. “Si Jerjes hubiera vencido en Salamina, escribe Voltaire, quizá fuésemos<br />

todavía unos bárbaros”. Pero en ningún momento Montesquieu piensa<br />

determinar la vida histórica por las causas físicas, pues los hombres no deben<br />

rendirse ante las fuerzas de la naturaleza sino oponerse a ellas con sus virtudes<br />

y sus fuerzas espirituales. Cuanto más inclinado al reposo se vea el hombre<br />

por causas físicas, tanto más deben alejarse de él las causas morales, siendo la<br />

tarea del buen legislador encontrar precisamente las leyes adecuadas para cada<br />

situación específica (166).<br />

Montesquieu baraja múltiples elementos para llegar a una clasificación política<br />

y sociológica de los Estados, en función de una combinación estructural<br />

de la naturaleza y los principios. Cassirer dice que es el primer pensador que ha<br />

concebido la idea del tipo ideal, universalmente popularizado por Max Weber,<br />

para acuñar una tipología política que procura demostrar cómo la república,<br />

la monarquía, la aristocracia y el despotismo, no son unos meros agregados<br />

arbitrarios, sino la expresión de una determinada estructura. Esa estructura<br />

se basa en una distinción clave entre la naturaleza y el principio de cualquier<br />

gobierno. La naturaleza es lo que le hace ser tal cual es; el principio es la pasión<br />

que le hace actuar (167). La naturaleza del gobierno republicano implica<br />

que el pueblo tenga el poder soberano; la de la monarquía, que gobierne uno<br />

solo por medio de leyes establecidas; la del despotismo, que gobierne uno solo<br />

sin leyes ni reglas. En cuanto a los principios, la república se fundamenta en<br />

la virtud, la monarquía se basa en el honor, y el despotismo descansa en el<br />

temor. Pero la revolución teórica de Montesquieu se halla en haber trabado la<br />

naturaleza y los principios en una totalidad estructural. <strong>El</strong> principio del gobierno,<br />

la pasión que hace obrar, debe estar sólidamente vinculado a la forma<br />

natural de gobierno, si queremos un Estado próspero. En cuanto se produce<br />

la corrupción del principio, el Estado declina y muere. Una república puede<br />

– 209 –

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