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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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“¿Qué significa el nihilismo? –se pregunta Nietzsche– significa que se desvalorizan<br />

los más altos valores. Falta la meta; falta la respuesta al ¿por qué?”. Y, a<br />

continuación, nos dice que el nihilismo radical es el convencimiento de que la<br />

existencia es absolutamente insostenible si se trata de los más altos valores que<br />

se reconocen, y que no tenemos el menor derecho a suponer un “más allá” de<br />

las cosas. Pero si el nihilismo es un estado normal de la civilización, también<br />

es un estado ambiguo, que puede alcanzar su máxima fuerza como nihilismo<br />

activo de destrucción, o que se puede manifestar como un nihilismo causado<br />

y pasivo, que ya no ataca, como ocurre en el budismo (26). Giles Deleuze ha<br />

hecho una inteligente exposición de esta segunda forma cansada de nihilismo,<br />

aquejada del pesimismo de la voluntad, como forma de llegar a la muerte de<br />

Dios por exceso de piedad. Dios, cansado de querer, fatigado y viejo, harto de<br />

beatitud piadosa, se asfixia de esa misma piedad. Y el hombre nihilista activo<br />

acaba dando muerte a un dios, cuya piedad le resulta insoportable y le convierte<br />

en asesino. Hasta que también el hombre se cansa, y el descendiente del<br />

asesino de Dios, el último de los hombres, renuncia a su voluntad para sentirse<br />

felizmente integrado en el rebaño de iguales sin pastor. Pasamos de un dios<br />

cansado al asesino de dios, y del asesino de Dios al último hombre, ese ser<br />

despreciable que piensa haber inventado la felicidad, según el juicio denigratorio<br />

de Zaratustra (27). “Voy a hablarles, pues, de lo más despreciable: el último<br />

hombre… La tierra se ha vuelto pequeña, y sobre ella se mueve a saltitos el último<br />

hombre que todo lo empequeñece. Su especie es inexterminable como el pulgón:<br />

el último hombre es el que vive más tiempo. “Hemos inventado la felicidad” –dicen<br />

los últimos hombres, guiñando un ojo. Han abandonado las zonas donde la<br />

vida era dura; pues están necesitados de calor… Se trabaja todavía para pasar el<br />

tiempo. Pero se cuida de que no cause el pasatiempo. No es ya ni pobre ni rico –lo<br />

uno y lo otro es molesto. Nadie quiere ya gobernar; nadie quiere ya obedecer: lo<br />

uno y lo otro es molesto. ¡He aquí un rebaño sin pastor! Todos apetecen lo mismo;<br />

todos son iguales; quien disiente del sentir general se recluye voluntariamente en el<br />

manicomio… Tienen aún su pasiocinta para el día y su pasiocinta para la noche;<br />

pero rinden culto a la salud” (28).<br />

<strong>El</strong> nihilismo profético de Nietzsche se cubre de pesimismo, cuando, en<br />

plena perorata, el anterior discurso de Zaratustra es interrumpido por el clamor<br />

de la muchedumbre, que gritan: Danos, oh Zaratustra, este último hombre;<br />

haz de nosotros este último hombre y a cambio de ello tú puedes quedarte con<br />

el superhombre” (29). Frente a esa actitud, Nietzsche enarbola la destrucción<br />

– 287 –

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