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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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descuidos frente a los controles del poder, una vez proclamados solemnemente<br />

los grandes principios. Los revolucionarios franceses no adoptaron ninguna<br />

medida práctica eficaz para el control del poder, como hicieron los padres<br />

fundadores norteamericanos. Pero eso mismo hicieron los protagonistas más<br />

lúcidos del Antiguo Régimen, dejando ahora a un lado a Montesquieu. Los<br />

fisiócratas de laisser faire, laisser passer, no sólo no plantearon ninguna garantía<br />

contra los abusos del po der, sino que se opusieron a ellas. Tocqueville recuerda<br />

que Quesnay había dicho: “el sistema de contrapesos en un gobierno es una idea<br />

funesta”, y que la única garantía para impedir los abusos que proponía era la educación<br />

pública, pues “el despotismo es imposible si la nación está ilustrada” (165).<br />

Es comprensible que este análisis lúcido de Tocqueville no encajara en las<br />

visiones grandilocuentes de la mística revolucionaria, y no debe sorprender su<br />

escasa influencia posterior, eclipsado por las grandes síntesis republicanas y<br />

marxistas en torno a la Revolución. Hubo que esperar a la segunda mitad del<br />

siglo xx para que se hiciera justicia a la gran obra de un pensador brillante,<br />

que nos dejó, además, unos Recuerdos de la Revolución de 1848, que contienen<br />

unas importantes observaciones, no sólo sobre la novedad que significaban<br />

los sucesos del 48, sino también acerca del período intermedio entre ellas y la<br />

Revolución de 1789. He aquí un texto revelador de esa finura en el análisis:<br />

“Nuestra historia –escribe en los Recuerdos– desde 1789 a 1830, vista de lejos y<br />

en su conjunto, se me aparecía como el marco de una lucha encarnizada, sostenida<br />

durante cuarenta y un años, entre el antiguo régimen, sus tradiciones, sus recuerdos,<br />

sus esperanzas y su hombres representados por la aristocracia, de una parte,<br />

y la Francia nueva, capitaneada por la clase media, de otra. Me parecía que el<br />

año 1830 había cerrado este primer período de nuestras revoluciones, o mejor, de<br />

nuestra revolución, porque no hay más que una sola, una revolución que es siempre<br />

la misma a través de fortunas y pasiones diversas, que nuestros padres vieron<br />

comenzar, y que, según todas las probabilidades, nosotros no veremos concluir.<br />

Todo lo que restaba del antiguo régimen fue destruido para siempre. En 1830,<br />

el triunfo de la clase media había sido definitivo, y tan completo, que todos los<br />

poderes políticos, todos los privilegios, todas las prerrogativas, el gobierno entero,<br />

se encontraron encerrados y como amontonados en los estrechos límites de aquella<br />

burguesía, con la exclusión, de derecho, de todo lo que estaba por debajo de ella,<br />

y, de hecho de todo lo que había estado por encima. Así, la burguesía no sólo fue<br />

la única dirigente de la sociedad, sino que puede decirse que se convirtió en su<br />

arrendataria. Se colocó en todos los cargos, aumentó prodigiosamente el número<br />

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