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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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camino. “Me pregunta usted –dice en una carta al joven Albert Burgh, que le<br />

había acusado de dejarse engañar por Satanás– cómo sé yo que mi filosofía es la<br />

mejor entre todas las que se han enseñado jamás en el mundo, se enseñan y enseñarán<br />

en lo sucesivo. Eso se lo podría preguntar yo a usted con mucho mayor derecho.<br />

Pues yo no presumo de haber hallado la mejor filosofía, sino que sé que entiendo<br />

la verdadera. Si, en cambio, me pregunta usted cómo sé eso, le contestaré que del<br />

mismo modo que sabe usted que los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos<br />

rectos; y que, con esto basta, no lo negará nadie que tenga el cerebro sano” (90).<br />

Convencido de que la verdad está aliada con el razonamiento matemático,<br />

Spinoza veía en la imaginación una peligrosa fuente de error y, en cualquier<br />

caso, estimaba necesaria la distinción entre imaginación y entendimiento, en<br />

claro engarce con el método de las ideas claras y distintas de Descartes. Pero,<br />

a partir de aquí, Spinoza se alejó del cartesianismo, llevando el planteamiento<br />

hasta el final y acabando en la identificación de Dios con la Naturaleza. Sin<br />

embargo, esa identidad final de una sustancia única no ha de interpretarse<br />

como un misticismo intelectualista. La expresión spinoziana: Deus sive Natura,<br />

que tanta irritación generó contra el “detestable ateo”, no era una identificación<br />

de Dios con la Naturaleza originaria en la imaginación poética, al<br />

modo del panteísmo cósmico de algunos románticos, sino que era el producto<br />

de un razonamiento lógico implacable que desembocaba en el reconocimiento<br />

de una sustancia única (91). La imaginación de un Dios creador de la naturaleza,<br />

por parte de cristianos y judíos, le parece a Spinoza desprovista de toda<br />

lógica, obligando a la invención de un Gran Relojero que da cuerda y pone en<br />

marcha la máquina de la naturaleza. Afirmada la sustancia única, desaparece<br />

la distinción entre el creador y lo creado, y no hace falta andar imaginando<br />

dos sustancias, de las cuales una es causa de otra. Al contrario, producida la<br />

identificación de Dios y la Naturaleza como sustancia única, Dios, o la Naturaleza,<br />

deviene eterno, autocreador y autocreado, causa de todas las cosas, y<br />

libre en el sentido de actuar conforme a las leyes naturales. <strong>El</strong> sentido que le da<br />

Spinoza a la libertad de Dios o la Naturaleza no tiene nada que ver con el libre<br />

albedrío o la autonomía de la voluntad del hombre, sino que se refiere a los<br />

conceptos de libertad y necesidad definidos en su Ética: “Se llama libre aquella<br />

cosa que existe en virtud de la sola necesidad de su naturaleza y es determinada<br />

por sí sola a obrar; y necesaria, o mejor compelida a la que es determinada por otra<br />

cosa a existir y operar, de cierta y determinada manera” (92).<br />

– 180 –

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