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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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causa común con Pugachov”, que “el clero le acogió con complacencia” y que “la<br />

nobleza fue la única que se puso abiertamente al lado del Gobierno”, aunque, al<br />

principio, Pugachov intentó atraerla para su bando, cosa incompatible con sus<br />

intereses. Puschkin apenas disimula su simpatía por la rebelión, y, al final de<br />

las “observaciones”, escribe: “No hay mal que sin bien no venga: el alzamiento<br />

de Pugachov señaló al Gobierno la necesidad de llevar a cabo numerosas transformaciones”<br />

(58). Esta simpatía se hace más evidente en la novela de Puschkin,<br />

La hija del capitán, centrada en la rebelión de Pugachov, donde la descripción<br />

de los avatares del supuesto zar vagabundo, al frente de sus cosacos, sirven de<br />

fondo a la expresión de un sentimiento renovador de las relaciones entre las<br />

clases superiores y el pueblo ruso, que pudieran abrir el camino a la modernización<br />

de aquella sociedad injusta (59).<br />

En la rebelión de Pugachov se advertían los rasgos modernizadores de Pedro<br />

el Grande, situando en un primer plano el servicio a la causa pública por<br />

parte de nobles y plebeyos, dentro de una especie de Estado litúrgico donde<br />

los hombres libres servirían militarmente como cosacos o como burócratas del<br />

zar, y donde los campesinos dejarían de ser siervos de señores o monasterios<br />

para convertirse también en empleados estatales. Había ahí una curiosa idea<br />

de la libertad, en la que cada uno debería servir con fidelidad a su condición<br />

de labrador de la tierra, ganadero nómada o cosaco independiente, todos ellos<br />

libres a la manera de los animales de la estepa. Y todo ello bajo la mirada y<br />

el cuidado benévolo de un gobernante justo que garantizase el bienestar en<br />

el marco de una obediencia al soberano, depositario de un poder personal y<br />

directo, sin instituciones que pudieran dificultar la actuación del zar como un<br />

buen “padrecito”. En definitiva, según concluye Marc Raeff, “el movimiento<br />

fue “reaccionario” en el sentido etimológico del término, con su predominio de<br />

elementos ideológicos negativos-pasivos; a veces parecía un deseo infantil de volver<br />

a la calma y seguridad de la protección familiar” (60).<br />

Todo este conjunto de sublevaciones y movimientos de rebeldía, pese a<br />

los rasgos de modernidad que a veces se observa en algunos de ellos, resultan<br />

mejor caracterizados como levantamientos y rebeliones contra un gobierno<br />

central, a diferencia de los acontecimientos ingleses de 1648 y 1688, que<br />

responden ya a la concepción moderna de la revolución. Y no deja de ser significativo<br />

que Inglaterra, el país donde se producen las primeras revoluciones<br />

políticas de la modernidad, sea también el país donde ocurrirá la primera<br />

revolución industrial.<br />

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