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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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En su gran libro sobre Nietszche, dice Heidegger, al referirse a los cinco temas<br />

capitales del pensamiento nietzscheano –nihilismo, transmutación de los<br />

valores, voluntad de poder, eterno retorno y Superhombre– que el primero en<br />

usar el término “nihilismo” fue Jacobi, en su correspondencia con Fichte, y que,<br />

más tarde, la palabra volvió a ser puesta en circulación por Turgueniev, en el<br />

sentido de que sólo existe realmente aquello que percibimos y experimentamos<br />

nosotros mismos. Esta idea del nihilismo, que significa negar todo lo que se<br />

funda en la tradición, la autoridad o las ideas recibidas, fue algo que se conoció<br />

también, de un modo más extendido, como positivismo, y se hallaba muy alejada<br />

del sentido que le dio Nietzsche, ya presente en Dostoievski. Tal y como<br />

señala Heidegger, Nietzsche se sirvió del término nihilismo para designar el<br />

movimiento histórico europeo que desembocó en la muerte de Dios (23). La<br />

famosa expresión, “Dios ha muerto”, en realidad significa que el Dios cristiano<br />

ha perdido todo poder sobre lo existente y sobre el destino del hombre. <strong>El</strong><br />

nihilismo nietzscheano describe el proceso histórico mediante el cual lo “suprasensible”<br />

queda despojado de su soberanía, viendo llegar de un modo lento,<br />

pero inexorable, esa muerte del Dios cristiano. Se trata de un acontecimiento<br />

prolongado, que finaliza en el cambio generalizado de los valores, a impulsos de<br />

una voluntad de poder cada vez más empeñada en acrecentar su poderío.<br />

Este nihilismo clásico, viene a decir Heidegger, como cambio de todos los<br />

valores generado por una voluntad de poder que sólo puede admitir como verdadero<br />

fin el eterno retorno, se ve obligado a recrear la figura del hombre más<br />

allá de sí mismo, alumbrando el tipo ejemplar del Superhombre. Así lo dice,<br />

expresamente, Zaratustra: “¡Ea! ¡Arriba, hombres superiores! Sólo ahora está de<br />

parto la montaña del porvenir humano. Dios ha muerto; viva el Superhombreésta<br />

es nuestra voluntad” (24). <strong>El</strong> Superhombre, figura suprema de la voluntad<br />

de poder y de la soberanía incondicional de la dominación pura, se proyecta<br />

en el devenir como el único fin valioso de esta tierra. “¡No la humanidad, sino<br />

el Superhombre es la meta”, exclama Nietzsche, en una visión de un mundo de<br />

monstruos, sin principio ni fin, donde una fuerza constante e inmutable no<br />

se consume, sino que se transforma, siempre idéntica en su totalidad, bendiciéndose<br />

a sí mismo como lo que ha de retornar eternamente, en un Devenir<br />

sin hastío ni cansancio, que tiene como clave de todos sus enigmas la voluntad<br />

de poder, y nada más (25).<br />

Este nihilismo en marcha, lleno de voluntad creadora, solo puede alumbrar<br />

auténticas obras de artista después de haber arrumbado los viejos valores<br />

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