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LA METAMORFOSIS DE LA IDEOLOGÍA - El Corte Inglés

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VIII<br />

Durante mucho tiempo, el siglo xviii español y sus hombres ilustrados<br />

han sido mal comprendidos, en la propia España. Desde Menéndez Pelayo a<br />

Ortega y Gasset y Américo Castro hubo una valoración excesivamente negativa<br />

de ese siglo, dando en parte la razón a los prejuicios de muchos ilustrados<br />

franceses sobre la realidad española de la época. Esos prejuicios descansaban,<br />

a veces, en un conocimiento escaso de dicha realidad. Montesquieu, como ha<br />

mostrado Díez del Corral (202) prestó siempre una gran atención a las cosas<br />

de España, pero el Barón de la Bréde tenía interés en presentar a la monarquía<br />

hispana como el antimodelo político de su tipo ideal de gobierno, la monarquía<br />

inglesa, y su apreciación resultó dis torsionada por ese recurso expositivo.<br />

En el caso de Voltaire, el prejuicio iba ligado a ignorancias sorprendentes y<br />

a simplificaciones inadmisibles en tan valedor paladín de las “luces”. En su<br />

Ensayo sobre las costumbres, al referirse a la cultura española durante la época<br />

de los Austrias –desde Felipe II hasta Carlos II–, Voltaire, después de una moderada<br />

muestra de valoración del teatro español, y algo más entusiasta de la<br />

novela y la historia, y después de la consabida referencia a nuestra ignorancia<br />

filosófica y a la Inquisición, escribe: “Los españoles… tuvieron algunos pintores<br />

de segunda fila, y jamás escuela de pintura. La arquitectura no hizo entre ellos<br />

grandes progresos: el Escorial fue construido sobre planos hechos por un francés.<br />

Las artes mecánicas eran allí muy rudimentarias, la magnificencia de los grandes<br />

señores consistía en grandes montones de vajilla de plata y en numerosos criados”<br />

(203). Como descripción y juicio de una pintura de “segunda fila” que comprendía<br />

a Velázquez, <strong>El</strong> Greco, Zurbarán o Ribera, y como referencia a unas<br />

artes “rudimentarias” que se habían situado en cabeza de la navegación de su<br />

tiempo, la desafortunada síntesis de Voltaire no podía acumular más despropósitos.<br />

Una cosa son los prejuicios y otra, muy distinta, la mala información.<br />

Claro que los prejuicios y la fogosidad del combate ideológico suelen cegar<br />

incluso a las mentes bien informadas. Américo Castro, dispuesto a no hacer<br />

concesión alguna en su particular idea de la “vividura” hispánica, afirma, con<br />

total seguridad, cosas como ésta: “los españoles realizaron trabajos titánicos y<br />

– 228 –

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