código civil

25-1 EXPOSICIÓN Y COMENTARIO DEL CÓDIGO CIVIL ARGENTINO
10 Todo poseedor tiene para sí la presunción de.la buena fe de
su posesión, hasta que se pruebe lo contrario, salvo los casos en que
la mala fe se presuma (art. 2362), y esta presunción se funda en
enseñados por el Código y con la equidad, fuente de todo derecho. ­
Comp. DE~IOLmIBE, IX, nO"; G13 y 614, que trae todas las autoridades
que apoyan y contradicen la doctrina. ACBRr y RAC, § 206, nota 20.
FREITAS, arto 3727. - Véanse arts. 2354, 2358,2432 Y 2475.
(Art. 2362.) La expresión de, lodo }JOs(,(,(!oJ' debe tornarse en un sentido
absoluto, porque el poseedor no debe mostrar título alguno, para
que se le considere de buena fe. ¿Cómo puede demostrarse la mala fe?
Por todo género de prueba, porque el dueño no ha podido premunirse
de una escrita. Lo mismo sucederá si habiendo comenzado á poseer de
Sota del Dr. I'elez-."'(O'slield al arto 2:361.-·Aubr,Y y Rau, § 181 Y nota 12.
Para sostener la opinión contraria, se dice que la posesión del difunto se continúa
con el vicio de mala fe en la persona del sucesor universal, y que lo
mismo debe ser, aunque se trate de la. percepción de los frutos, como lo prueba
la L. 2, Tít. 51, Lib. i, Cód, Romano. Que por otra parte, admitiendo que el sucesor
universa.l g-anase los frutos por su buena fe personal, estaría oblig-ado á
restituirlos, como obligado por todos los hechos de su autor y principalmente
por todas las obliaací ones que gravasen á éste por su indebida posesión. Este
doble arg-umento nos parece infundado. Si el sucesor universal de un poseedor
de mala fe. no puede, á llPsar de su buena fe personal, valerse de la prescripción,
es. por una parte, porque la prescrfpción exige la buena fe al hacerse la
adquisición : ,Y por otra, porque la sucesión no es sino un titulo translativo de
las «osas dI, que el difunto era propietario. En este sentido y respecto á la prescri
pri.;». es una verdad que la mala fe del autor se continúa en la persona de
su SlL esor universal. )las otra cosa es, cuando se trata de la percepción de los
frutos. Estando acordada la dispensa de restituir los frutos á toda persona que
los ha percibido de buena fe, no puede haber embarazo alguno para que el
sucersor universal pueda por sI mismo invocar este beneficio respecto á los
frutos que ha percibido. La Ley Romana que se cita, no es contraria á esta
doctrina. porque ella no se ocupa, sino de los frutos percibidos después de
la demanda.
En «un.nt o al segundo argumento, parte de una idea demasiado absoluta,
pues pretende hacer responsable al poseedor de mala fe de las consecuencias
de su indebida !Josesión, aun posteriores á su muerte. Se comprende que tal
poseedor esté oblig-ado á restituir, no sólo los frutos percibidos por él, sino
aun los quP no hubiese percibido, y también los percibidos por un tercero á
quien hubiese con dolo transmitido la posesión. Pero no se comprende que la
oblig-ación de restituir los frutos, subsista después de su muerte, y se transmita
á su heredero, cuando la cesación de Sil posesión, mera consecuencia natural
(le Sil muerte, no se encuentre viciada por ning-una especie de dolo.
-DurantoJl, tomo 4, JI" 3;Jí.-)larcauó, sobre el arto 5W, n" 2.-Pothier, De In
propiedad, n" 340.-Aubry y Rau, § 2()(), n" 4 y nota 18.