código civil

DE LA POSESIÓN (AI.TS. 23bB, 2384) 27!J
para juzgarse hecha la tradición de los inmuebles, no estando el
adquirente en la simple tenencia de ellos, es necesario que el inmueble
esté libre de toda otra posesión, y sin contradictor que se oponga
á que el adquirente la tome: Es necesario que por lo menos, el adquirente
se ponga en presencia de la cosa y que tenga la posibilidad
de tomarla, ó ele.entrar en posesión, sin que haya nada que
se oponga.
Cuando se trata de la toma de posesión de los inmuebles, se
ha dicho que el adquirente debe hacer actos posesorios )Jara adquirirla.
¿Qué se entienden por actos posesorios? El arto 2384,
la tome el nuevo poseedor, sea entregándola, sea continuándola en su
nombre; así es que cuando la cosa está ocupada será siempre necesario
obtener su consentimiento, puer; cualquiera que sea la naturaleza de la
posesión, nadie puede turbarla, arto 24(;8, y el poseedor puede repeler la
fuerza con la fuerza ó ser amparada por la autoridad. «Supongamos, dice
Maynz, § 173, un locatario que rehusa restituirnos la cosa alquilada,
porque ha adquirido, ó cree haber adquirido, la convicción de que la cosa
le pertenece ,» en ese caso no puede haber transmisión de la posesión
hasta que el locador no la tenga en su poder.
eArt. 2384.) Los actos posesorios, tratándose de inmuebles, son los
que demuestran la voluntad de someter la cosa elsu poder, y puede realizarlos,
tanto el que la ha obtenido por tradición, corno el que la tomó
por violencia ó clandestiua.mente; pero hay diferencias muy importantes
en cuanto á la posesión misma. La ley ha negado toda ficción al que
toma la cosa por la violencia y le exige la materialidad de la posesión
en el todo, y no supone, como en los demás casos, que tomando una parte
de la cosa deba considerarse como si hubiera poseído el todo. Pothier,
n? 18, da una idea exacta de esta situación, cuando exige al poseedor
violento que debe adquirir parte por parte IJJird ¡j piN/) sólo tiene la
parte poseída de la que ha echado al anterior poseedor ; y no se adquiere
el total sino cuando ha ocupado el todo. Lo que es justo y lógico, porque
su posesión se funda en la materialidad de la detención, de modo que
cualquier parte que conserve el anterior poseedor se reputa que continúa
poseyendo las partes no ocupadas por el usurpador. El Dr. Llerena combate
esta opinión, fundándose en que la ley no distingue: pero no tenía
necesidad de distinguir, cuando viene hablando de la posesión que se
adquiere por la tradición y continúa tratando de la misma materia. El
art, 23H2, no es una excepción á los principios enseñados sobre la adqui-