código civil

DEL DOMINIO DE LAS COSAS 579
ños; por consiguiente, el aumento de (la) tierra no se reputará efecto
espontáneo de las aguas, cuando [uere d consecuencia de obras
tomar posesión para llegar á ser propietarios? Laurent, ron cuya opinión
estoy ele acuerdo, contesta negativamente, porque la leyes la que los
consagra propietarios y no les exige formalidad alguna. Se puede decir,
que el ribereño es propietario del aluvión desde el momento en que se
forma. LAl"RE~T, VI, 2!14. DE~lOLü:\IBE, X, 73 Y 74. D{'PIX, EIIf'. r/r
Derecho VO. Aluriáu,
Para que el terreno de aluvión pueda dividirse entre los ribereños,
no es necesario que esté unido en toda su longitud, como lo enseña Demolombe,
pues basta que no haya una corriente de agua continua que
lo separe para. que se considere aluvión, pero si el terreno estuviese
unido por una pequeña extensión y lo demás separado por el techo del
río, pertenecería sólo al dueño del terreno á que estú unido y en la proporción
de su frente.
Freitas, arto 415!\ n? 2, dice: «cuando el aluvión se Coreare en la
frontera. de los terrenos ribereños de diversos dueños, Re dividid, en
tantas partes proporcionales cuantos fueren los frentes de los terrenos
ribereños en la antigua margen del río, uniéndose por líneas rectas los
límites de cada uno de esos terrenos á las divisiones correspondientes
de la nueva margen». Sistema que está de acuerdo con el 1"07l/0'¡0
latitudini« clIjllsqlle (II/Idi, (JIUI! latiuulo JJl'ope ri pa n¡ sit, De rer, diris., § 22.
Los escritores de derecho están completamente divididos sobre el modo de repartir
el terreno de aluvión eutre vat-ios ribereños. - Véase Toullier, tomo 3,
n° 152.-EI Cód, de Chile establece lo siguieute: < Siempre que prolongadas las
antedichas líneas de demarcación (de las heredade-), ,..e corten una á otra antes
de llegar al agua, el n-iángulo formado por ellas y por el borde del ag-ua,
accederá á las dos heredades laterales. Una línea recta que las divida en "do,..
partes ig'l:ales, tirada desde el punto de intercepcióu hasta el agua. será la linea
divisoria entre las dos heredéules.•
Demolombe defiende con mucha razón al Cód. F'raur-és de la crítica que se
le ha hecho de haber ~Ilal'llado si leru-io sobre el modo de dividir entre los
ribereños el terreno de a.luvión. Las a~llas corr-ientes, dice, son infinitamente
caprichosas: nunca sig'lll'n una linea recta, ni una dirección regular: todo lo
contrario, sea por la conf'iguraciou natural de los terrenos ribereños, sea por
la acc-ión incesante de las aguas, sus corrientes forman figuras irreg-ulares,
sobre las cuales las teorías más rar-iouales en apariencín. son en la práctica
imposible.
Nosotros nos reducimos á lo establecido por la Ley Romana. Las cuestiones
sobre los terrenos de a luvióu, islas, etc., son para nosotros más fáciles,