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Marketing de Servicios 6ta Ed, Christopher Lovelock

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La mejor práctica: el marketing defensivo

Cómo puede una empresa fuerte proteger su posición

JOHN H. ROBERTS

Al enfrentar la desregulación, la compañía telefónica australiana

Telstra desarrolló una estrategia de marketing que mitigó el ataque

de un nuevo rival potencialmente poderoso.

Por lo general, al marketing se le considera una herramienta

de crecimiento. Una empresa puede utilizarlo para lanzar con

éxito un producto, penetrar en un nuevo mercado o ganar

participación con productos existentes en su mercado actual.

Sin embargo, por cada nuevo producto que se lanza, por cada

empresa que entra a un mercado o por cada industria que empieza

a obtener participación de mercado, existe una compañía

que debe defender su posición. Si el defensor no puede

mantener lo que tiene, pierde las bases para construir su propio

crecimiento.

Se han hecho muchas investigaciones del marketing como

táctica ofensiva, pero muy pocas sobre la forma en que las

empresas fuertes pueden utilizarlo para responder de manera

preventiva ante amenazas nuevas o anticipadas, ya sea que

éstas surjan debido a la desregulación, a la expiración de una

patente, a cambios en la tecnología o a cambios en la ventaja

competitiva de los rivales. Esta situación es penosa, pues muchos

de los desafíos de marketing que enfrentan los defensores

tienen distintas características. Por ejemplo, en general

una empresa cuenta con una base instalada de clientes, lo que

implica que tiene información detallada sobre los que desea

conservar y la forma de hacerlo. No obstante, una compañía

nueva tiene la ventaja de elegir clientes valiosos al invadir los

segmentos más fértiles del mercado, en tanto que la empresa

establecida se ve obligada a defender toda su base de clientes.

Cuando el mercado australiano de telecomunicaciones

fue totalmente desregulado a finales de la década de 1990,

la empresa estatal Telstra enfrentó la competencia por primera

vez, y su nuevo rival, una subsidiaria conjunta de la empresa

estadounidense BellSouth y la compañía inglesa Cable

& Wireless, prometía ser un fuerte competidor. Telstra sabía

que perdería una importante participación de mercado ante

la nueva empresa, llamada Optus; su meta consistía en minimizar

y reducir la velocidad de dicha pérdida y, al mismo

tiempo, retener a sus clientes valiosos.

Telstra adoptó un método de marketing defensivo que le

permitió lograr su objetivo. Con el uso de un modelo para

predecir la respuesta de los consumidores ante el servicio del

rival (un modelo que el analista de marketing Charles Nelson,

la profesora de marketing Pamela Morrison y yo ayudamos

a desarrollar como consultores de Telstra), la empresa pudo

elegir de entre varias estrategias que al final sirvieron para

mitigar el ataque de Optus. La defensa de Telstra fue especialmente

efectiva porque la empresa empezó a utilizarla antes

de que Optus entrara al mercado.

En algunos casos, el método obligó a Telstra a realizar

cambios importantes en la dirección estratégica. Por ejemplo,

la compañía tuvo que rediseñar su estrategia de precios para

contrarrestar una fortaleza de Optus, que reveló de manera

inesperada el modelo de respuesta del cliente, ayudando a

Telstra a mantener varios puntos de participación de mercado

que de otra forma habría perdido. Las estrategias que se describen

aquí, aunque son específicas de la situación de Telstra,

brindan orientación a cualquier empresa que esté enfrentando

una nueva competencia potencialmente dañina.

DECIDIR CON QUÉ PELEAR

El marketing defensivo comienza con una evaluación de las

armas con que usted cuenta para proteger la posición de mercado.

Éstas incluyen la identidad de marca, la forma en que

los clientes la perciben, la mezcla de productos y servicios

que la sustentan, incluyendo sus precios, y las formas de comunicar

la identidad, tales como la publicidad.

La eficacia de esas armas depende de varios factores, incluyendo

la situación de su empresa. Por ejemplo, usted podría

decidir que necesita modificar su identidad de marca para retener

a sus clientes o retrasar su deserción, pero esto puede

ser difícil. Aunque lo más probable es que la percepción que

tengan los consumidores de la nueva empresa sea maleable,

su imagen de la compañía establecida seguramente estará bien

definida. Tal vez el defensor tenga una imagen de “herencia” en

la mente de los clientes, pero es probable que también esté encasillado

en esa etiqueta, a pesar de los anuncios masivos diseñados

para modificarla. Mientras tanto, una empresa nueva

puede adoptar una imagen con relativa facilidad y rapidez,

por ejemplo, “un respiro de aire fresco”, a partir de una gama

de alternativas de marca.

En otros casos, un arma como la publicidad puede ser

más eficaz en manos de un defensor debido a su tamaño. Por

ejemplo, si la empresa gana 10 veces más que la compañía

nueva, y cada una invierte el mismo porcentaje de sus utilidades

en publicidad, el defensor podrá superar a su nueva

competencia en magnitud, lo que le dará una ventaja evidente,

por lo menos al comunicar mensajes que no buscan reposicionar

por completo una marca bien establecida.

“Defensive Marketing”, por John H. Roberts de Harvard Business Review, noviembre de 2005. Reproducido con permiso de Harvard Business

School. © HBSP. Todos los derechos reservados.

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