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Marketing de Servicios 6ta Ed, Christopher Lovelock

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EXHIBICIÓN 2

Remolque de Aussie Pooch Mobile

La puerta trasera del remolque permanece abierta y el franquiciatario está bañando

adentro a un perro.

estaciona el remolque en la calle. El uso de equipo para hidrobaño,

en el que se bombea agua caliente a presión a través de

una regadera, permitía a los operadores limpiar mejor a los

perros que cualquier manguera de jardín. El baño se diseñó

para eliminar las pulgas y garrapatas de los perros, mejorar las

condiciones de la piel, limpiar su pelaje y eliminar los malos

olores. Los clientes proporcionaban el agua y la corriente eléctrica.

La cuota que pagaban los usuarios variaba de $15 a $30

por perro, dependiendo de la raza y del tamaño, de la condición

del pelaje y de la piel, de la conducta y de la ubicación

geográfica; se hacían descuentos al atender a varios animales

en la misma dirección. En promedio, los clientes habituales

pagaban una cuota de $25 por un perro, $47 por dos y $66 por

tres. En las “fiestas caninas”, concepto desarrollado por APM,

el propietario de la casa que actuaba como anfitrión generalmente

recibía un lavado complementario a discreción del operador.

Los servicios adicionales, por los que se pagaba una

cuota extra, incluían el recientemente introducido baño de

aromaterapia ($2.50) y el secado del pelaje con aire a un costo

de 5 a 10 dólares (en promedio, $8). El secado con aire era especialmente

recomendable en climas fríos, para evitar que el

animal se enfriara.

Los operadores también ofrecían consejo gratuito a los

clientes acerca de la dieta y el cuidado de la salud de sus perros,

incluyendo temas como las garrapatas y problemas de la

piel. Ellos animaban a los clientes a bañar a sus perros de manera

habitual. La frecuencia más común era una vez cada dos

o cuatro semanas.

Un usuario satisfecho

El proceso del baño de un perro incluía una secuencia de pasos

cuidadosamente coordinados, tal como lo ejemplifica el

tratamiento que dio Elaine Beal a Zak, el rottweiler. “Hola

querido, ¿quién es un buen niño?”, susurró Elaine dulcemente

mientras daba unas palmadas a la entusiasta mascota. Luego

le colocó una correa y lo sacó de la reja al sendero en un día cálido

y soleado. Paul se ocupó de conectar mangueras y cables

eléctricos a la casa, mientras Elaine empezó a cepillar el pelaje

de Zak para prepararlo y que el agua penetrara. Luego condujo

al ahora plácido perro hacia el hidrobaño, dentro del remolque,

donde se sentó pacientemente mientras ella le quitaba la

correa y lo sujetaba a un collar especial en el baño para mayor

seguridad. Mientras tanto, el agua se había calentado a la temperatura

deseada.

Durante los siguientes minutos Elaine bañó al perro, le

aplicó un champú de hierbas con medicamento a su pelaje y lo

enjuagó abundantemente con la manguera de presión (exhibición

3). Después de liberar a Zak del collar especial y de ponerle

nuevamente su correa, lo sacó del hidrobaño y lo colocó

sobre el tapete, donde lo envolvió con una toalla y lo secó.

Luego le limpió las orejas y los ojos con pañuelos desechables

para bebé, mientras le hablaba suavemente. Revisó su pelaje y

piel para asegurarse de que no había garrapatas ni problemas

de la piel, le cortó las uñas con rapidez y roció un acondicionador

de hierbas y desodorante en el ahora brillante pelaje de

Zak y después lo cepilló. Mientras el perro regresaba al patio y

le quitaba la correa, Elaine le dio unas palmadas y una gran

galleta, especialmente formulada para proteger sus dientes.

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