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Marketing de Servicios 6ta Ed, Christopher Lovelock

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el arreglo personal y las interacciones con los clientes. El capacitador

dijo: “¡Recuerden, el dinero de la gente es demasiado

importante para encomendárselo a alguien que no actúa ni

se ve como debe!”.

Los RACs eran instruidos para levantarse de sus asientos

y saludar de mano a los clientes. Tanto los RACs como los

RSCs recibían ejercicios creados para mejorar sus habilidades

de escucha y sus capacidades de observación. A todos

los empleados que trabajaban en lugares donde podían ser

vistos por los clientes se les ordenó que evitaran consumir bebidas

gaseosas y goma de mascar durante el trabajo. (Algunos

años antes se había prohibido fumar a los empleados y a

los clientes debido a la política libre de humo del banco).

Aunque la administración de Menton Bank suponía que

la mayor parte del énfasis en las ventas recaería en los RACs,

también previeron un papel de ventas limitado para los representantes

de servicio al cliente, quienes debían mencionar

varios productos y servicios que ofrecía el banco mientras

atendían a los clientes en las ventanillas. Por ejemplo, si un

usuario decía algo acerca de unas futuras vacaciones, el RSC

debía mencionar los cheques de viajero; si se quejaba de los

cheques sin fondos, el RSC debía sugerirle que hablara con un

RAC acerca de abrir una línea de crédito personal que le proporcionaría

una protección automática; si el cliente mencionaba

inversiones, el RSC debía enviarlo con un RAC, el cual le

proporcionaría información sobre cuentas de mercado monetario,

certificados de depósito o el servicio de correduría con

descuento de Menton. Todos los RSCs contaban con sus propias

tarjetas de negocios. Al hacer una referencia se esperaba

que escribieran el nombre del cliente y el producto de su interés

detrás de la tarjeta, que se la entregaran al cliente y que lo

canalizaran a los escritorios de ayuda.

En un esfuerzo por motivar a los RSCs, de las tres sucursales,

para vender productos financieros específicos, el banco

experimentó con varios programas de incentivos. El primero

incluyó bonos en efectivo por los clientes enviados con los RSCs

y que resultaban en una venta. Durante un mes, a los RSCs se

les ofreció un bono de 50 dólares por cada referencia que derivara

en la apertura de una cuenta de crédito personal; los

RACs recibían un bono de 20 dólares por cada cuenta que

abrían, sin importar si provenía de una referencia o no. Los

RSCs de Victory Square obtuvieron ocho bonos de este tipo,

tres de los cuales se entregaron a dos empleados de tiempo

completo, Jean Warahawski y Bruce Greenfield. Karen Mitchell

no logró ninguno. Sin embargo, el programa no continuó,

pues se consideró que había otros medios más rentables para

vender ese producto. Además, Reeves, el director de servicio

al cliente, tenía razones para creer que Greenfield se había coludido

con uno de los RACs, su novia, para reclamar referencias

que, de hecho, no había hecho. Otra sucursal de prueba

reportó sospechas similares con dos de sus RSCs.

Después se implementó una segunda promoción, que se

basaba en asignar créditos a los RSCs por las referencias exitosas.

El valor del crédito variaba según la naturaleza del producto;

por ejemplo, una tarjeta de débito valía 500 créditos y los

créditos acumulados podían intercambiarse por mercancía de

regalo. Este programa demostró ser ineficaz y se descontinúo

tres meses después. Al parecer el problema básico fue que el

valor de los regalos se consideraba muy bajo con respecto al

esfuerzo requerido. Otro inconveniente con estos esquemas

promocionales era la falta de conocimientos de los productos

por parte de los RSCs y las presiones de tiempo cuando

había muchos clientes formados para ser atendidos.

Posteriormente, el banco recurrió a un método que, según

las propias palabras de David Reeves, “utilizaba el palo en

lugar de la zanahoria”. Por tradición, todos los RSCs eran

evaluados cada medio año de acuerdo con diversos criterios,

incluyendo la precisión, la rapidez, la calidad de las interacciones

con los clientes, la puntualidad, las actitudes laborales,

la cooperación con otros empleados y la imagen profesional.

El proceso de evaluación asignaba un número de puntos a cada

criterio, donde la exactitud y la velocidad tenían el mayor

peso. Además de las evaluaciones del director de servicio al

cliente, del gerente de la sucursal y algunos datos del RSCs

director, Menton acababa de instituir un programa de visitas

anónimas, conocidas popularmente como “el cliente misterioso”.

Cada RSC era visitado al menos una vez al trimestre por

un evaluador profesional que fingía ser un cliente. La evaluación

que este individuo hacía sobre la apariencia, el desempeño

y la actitud del RSC se incluía en la evaluación general. El

número de puntos acumulados por cada RSC tenía un impacto

directo sobre los aumentos de sueldo o la promoción al

puesto de RSC director o a empleos de plataforma.

Para motivar a los RSCs a adquirir más conocimientos

sobre los productos y “ventas consultivas”, el proceso de evaluación

se revisó para incluir puntos asignados al éxito de cada

individuo en las referencias de venta. Bajo este nuevo esquema,

el número de puntos máximo asignable para la eficacia

en las ventas, directas o a través de referencias a los RACs, representaban

el 30 por ciento de la calificación total. Aunque

las ventas iniciadas por los RSCs habían aumentado de manera

significativa durante la mitad del último año, Reeves sentía

que el ánimo había disminuido en este grupo, a diferencia de

los RACs, cuyo entusiasmo y compromiso se había incrementado

de manera importante. También había observado un

mayor número de errores en los RSCs. Uno de ellos había renunciado

después de quejarse de demasiada presión.

Karen Mitchell

Bajo el viejo sistema de calificación, Karen Mitchell había sido

la cajera/RSC con mayor puntuación durante cuatro semestres

consecutivos. No obstante, después de dos años y medio

bajo el nuevo sistema, había caído al cuarto lugar entre los

siete cajeros de tiempo completo. La RSC con mejor calificación,

Mary Bell, tenía 16 años trabajando para Menton Bank,

pero había rechazado muchas invitaciones para pelear por

el puesto de cajero director, con el argumento de que se sentía

contenta donde estaba, ocupando el primer lugar entre los

RSC, y que no quería “preocupaciones ni responsabilidades

adicionales”. Mitchell había obtenido el primer lugar en

todos los criterios, menos en uno relacionado con las operaciones

(interacciones con los clientes, donde obtuvo el segundo

puesto), pero estaba en sexto sitio en la eficacia de ventas

(exhibición 1).

Constanzo y Reeves habían hablado con Mitchell sobre

su desempeño y le habían expresado su decepción. Ella les informó,

de manera respetuosa pero firme, que consideraba

Menton Bank 571

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