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Marketing de Servicios 6ta Ed, Christopher Lovelock

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Cómo dirigir la experiencia del cliente

STEPHAN H. HAECKEL,LEWIS P. CARBONE

Y LEONARD L. BERRY

Los clientes siempre viven una experiencia cuando interactúan con

una empresa. Los gerentes deben preguntarse si la empresa está

preparada para administrar sistemáticamente la experiencia de los

clientes o si sólo deben esperar lo mejor. La experiencia general de

los clientes, que está influida por indicios sensoriales y emocionales,

evoca una percepción de valor que determina la preferencia de la

marca. Por medio de principios de administración de la experiencia,

una empresa puede diseñar una combinación de indicios con la que

los clientes se identifiquen y así ganar su lealtad.

Las estrategias de negocios que están centradas en el diseño integral

y en la entrega de experiencias totales para el consumidor

crean consistentemente un valor superior para el cliente. Las

experiencias integrales comienzan y terminan mucho tiempo

antes y mucho tiempo después de las transacciones reales. Éstas

incorporan atributos funcionales y afectivos y están organizadas

para entregar tanto valores intrínsecos como extrínsecos.

Las experiencias integrales producen una preferencia más firme

y sostenible que las estrategias de comunicación, proceso y servicios

que se administran de manera independiente.

Cuando hablamos de “experiencia total” nos referimos

a los sentimientos que los clientes obtienen de su interacción con

los bienes, servicios y estímulos “atmosféricos” de una empresa.

Las compañías que interactúan con los clientes no pueden evitar

brindarles una experiencia total. Sin embargo, pueden evitar administrar

la experiencia de una forma sistemática, como casi

todas lo hacen. Las organizaciones que sólo adaptan elementos

de diseño o enfocan la experiencia del cliente en áreas aisladas

de su negocio se sentirán desilusionadas con los resultados.

Varias organizaciones están empezando a aplicar de manera

sistemática principios de administración de la experiencia

del cliente para fortalecer su preferencia y mejorar los resultados

de sus negocios. A diferencia de muchas de las mejoras de

bienes o servicios, la naturaleza integral de estos diseños de experiencia

dificulta el hecho de que los competidores los copien.

La creación de valor para el cliente está pasando a un nuevo

terreno, el cual incluye la calidad de los bienes y los servicios,

pero en un concepto más amplio.

La experiencia total del cliente afecta directamente las percepciones

de valor, la comunicación de boca en boca y las intenciones

de permanencia. Un alimento bien preparado y bien

servido, que se consume en un restaurante ruidoso, con sillas

incómodas, es una experiencia para los clientes. La misma comida

servida de la misma forma en un ambiente cómodo y relajante

es una experiencia completamente diferente. La comida

y la atmósfera están completamente vinculadas; ambas forman

parte de la experiencia general del cliente en el restaurante. El

diseño de las instalaciones; las habilidades, actitudes, lenguaje

corporal, uso de las palabras, tono, inflexión y atuendo del personal

de servicio; el ritmo del servicio; la presentación y el sabor

de la comida; el nivel de ruido; el olor, la textura del mantel; el

espacio, la altura y la forma de las mesas, así como muchos

otros estímulos, se combinan para producir una experiencia

positiva, neutral o negativa.

Las condiciones de solución de problemas de los bienes y

de los servicios proporcionan beneficios funcionales. Sin embargo,

los gerentes deben reconocer dos realidades: en primer

lugar, los bienes y servicios que compiten tienen una funcionalidad

muy similar. En segundo, los clientes desean algo más

que funcionalidad; son seres emocionales que también buscan

valores intangibles como la sensación de control, diversión,

placer estético y mayor autoestima.

Las empresas compiten mejor cuando combinan los beneficios

funcionales y emocionales en su oferta de mercado.

Las compañías que logran que los clientes se sientan bien son

excelentes competidores porque a los consumidores les gusta

sentirse bien y pocas empresas lo logran. Es difícil que los

competidores penetren los vínculos emocionales que se establecen

entre las empresas y los clientes.

CREACIÓN DE INDICIOS

Los clientes siempre viven una experiencia cuando interactúan

con una organización. De manera consciente e inconsciente filtran

una enorme cantidad de “indicios” y los organizan en un

conjunto de impresiones, tanto racionales como emocionales.

Cualquier cosa que se perciba o sienta (o que se reconozca

por su ausencia) es un indicio de experiencia. Si usted puede

verlo, olerlo, saborearlo o escucharlo, se trata de un indicio. Los

bienes y los servicios emiten indicios, al igual que el ambiente

físico en el que se ofrecen. Los empleados son otra fuente de indicios

de experiencia. Cada indicio transmite un mensaje; el

conjunto de indicios crea la experiencia completa.

La administración efectiva de la experiencia de los clientes

implica presentar una serie integrada de indicios que, de manera

colectiva, cumplen o exceden las expectativas de los clientes.

Una categoría de indicios se refiere al funcionamiento real del

bien o del servicio. ¿La llave que se entregó en el mostrador abre

la puerta de la habitación del hotel? ¿Funciona el televisor de la

habitación? ¿Se hizo la llamada para despertar al huésped, tal

como se prometió? Estos indicios de los bienes y servicios se refieren

estrictamente a la funcionalidad y se interpretan principalmente

por los circuitos consciente y lógico del cerebro.

Una segunda categoría de indicios estimula los circuitos

emocionales del cerebro y evoca respuestas afectivas. El olor y

la textura de la tapicería de piel, el sonido y el olor de un bistec

en el asador, así como la risa, expresión y tono de voz de la

persona que responde la línea de servicio al cliente, son indicios

que envuelven la funcionalidad de un bien o servicio.

Dos tipos de indicios afectan las percepciones emocionales de

los clientes: los mecánicos (indicios emitidos por cosas) y los

humanos (indicios emitidos por las personas).

“How to Lead the Customer Experiece”, de Stephan H. Haeckel, Lewis P. Carbone y Leonard L. Berry, Marketing Management,

enero/febrero, 2003.

352 Parte III Administración de la interfase del cliente

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