miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

“una obra como Dios deseado y deseante es la expresión más elevada en poesía de la
espiritualidad modernista, hasta tal punto que si el poeta no es verdaderamente un teólogo, su
pensamiento místico es inseparable de los grandes principios del modernismo religioso” 199 .
Esta afirmación, sin duda excesiva, tiene algún problema de fondo. Ante todo,
puede aceptarse sólo en la medida en que se haga coincidir el término
modernismo con modernidad, en una improbable conjugación de elementos que
tratará de realizar el crítico en otro apartado de su texto. Sin duda la cuestión no es
poco problemática ya que el modernismo español, entendido según la noción
transmitida por Rubén Darío, padeció una atenuación debido a la aparición de
otros fenómenos artísticos que seguirán la evolución de la modernidad, como
veremos en el capítulo V del presente estudio. Por otro lado, cabe también
considerar que los citados textos del poeta de Moguer fueron compuestos unos
cuarenta años después de la Pascendi, por lo cual no tiene ningún sentido
demostrar que en una época tan lejana al máximo apogeo del modernismo
religioso, Juan Ramón compartiera un principio del movimiento que, sin duda, ya
había conocido una mayor fortuna en su despligue puramente teológico. Es decir,
no es el poeta español el que influirá en la evolución del movimiento religioso,
sino que es el movimiento religioso que en sólo uno de sus principios hallará un
tardío reflejo, si es que lo halla de verdad, en los versos del poeta español.
Noemí Montetes-Mairal explica con acierto que la inmanencia y la
trascendencia se dieron con alternancia en vaivenes poéticos en la primera mitad
del siglo XX 200 . Al estudiar el caso de Juan Ramón Jiménez evidencia dos
cuestiones que vienen a nuestro caso: en primer lugar, la estudiosa reitera más
veces que “será a partir de finales de los años cuarenta cuando perciba claramente
la evolución de su ser y de su obra a la búsqueda del dios inmanente” 201 ; en
segundo lugar, destaca que el poeta “no sólo presenta una visión inmanente de la
divinidad; también de la existencia, el arte y su relación con el entorno” 202 , es
decir, su sentimiento le hace forjar una perspectiva inmanente tanto de lo humano,
distinta de la propuesta histórico-crítica modernista, como de lo divino. Así, el
poeta se convierte en demiurgo de una nueva realidad y su obra crea un Dios que
199 G. Azam, El modernismo desde dentro, cit., p. 11.
200 Cfr. N. Montetes-Mairal, cit., p. 350.
201 Ibidem,p. 353.
202 Ibidem, p. 351.
124