miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

ciertos principios establecidos por la erudición académica sustentada por las
imposiciones retóricas. De ahí que su posición frente a los clasícos de la literatura
universal sea paradigmática. Ningún clásico es, a su juicio, indiscutible y tendrá
que demostrar su valor eternamente. Si el Quijote puede considerarse una obra
maestra no es por lo que han establecido definitivamente quijotistas o cervantistas,
sino por su capacidad para comunicar la esencia de la vida a los lectores de
diferentes generaciones y épocas. Lo mismo vale para los dogmas eclesiásticos: si
pierden significado en nuevas eras, no tiene sentido mantenerlos.
Su hostilidad al intelectualismo dogmático se halla en numerosísimos pasajes
de la sola Vida, por lo cual sería una tarea dispersa y hasta aburrida recoger todas
las citas en apoyo de tal argumentación, pero, para hacerse una idea a este
respecto, será suficiente leer su comentario al episodio de la Cueva de
Montesinos, que es donde más explícitamente expone su critica. La cueva resulta
ser el abismo de la tradición española; las malezas, que el caballero corta con su
espada, es lo que los tradicionalistas definen convencionalmente como tradición,
aunque en realidad no son más que los restos de ella, sólo la superficie del más
auténtico espíritu castizo; los cuervos, en cambio, encarnan los mismos
tradicionalistas que se proclaman a solas defensores de la tradición y están listos
para graznar a quien se atreva a ponerla en duda. Unamuno, como el mismo Don
Quijote, busca una tradición que no se funde en la historia definitivamente muerta,
sino en un presente intrahistórico entretejido diariamente por millones de
individuos sin historia.
Diez años más tarde, en el ensayo «El Quijote de los niños», volverá al ataque
de la pedantería intelectual condenando la erudita elección académica de hacer
leer a niños de diez años el Quijote para el examen de ingreso al bachillerato. Leer
la obra de Cervantes para aprender las reglas gramaticales de la Real Academia y
no para que “se nutran del meollo sustantífico de éste” es, para don Miguel, “una
de las cosas de menos sentido que pudo ocurrírsele al autor de semejante
ocurrencia” 281 .
Con lo cual, su Inquisición no será sólo la eclesiástica, sino una entidad más
amplia que atentaba contra el libre pensamiento – religioso, científico, político,
intelectual, etc. – en nombre de una tradición obsoleta:
281 «El Quijote de los niños», 1915, OCA, V, pp. 610-611.
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