miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

pagana y cristiana. La cuarta empieza a mediados del siglo XIX y reafirma la
muerte de Dios, hasta convertir la expresión en un cliché. Sin embargo, parece
haber iniciado una nueva era de búsqueda religiosa. De todo ello concluye
Călinescu que “En su totalidad, la modernidad, incluso si intentó hacerlo, no
logró, entonces, suprimir la necesidad religiosa e imaginación del hombre” 45 .
ii) ¿Unamuno es moderno?
Es una cuestión bastante problemática. La modernidad es una categoría imprecisa,
por lo cual todo depende de lo que entendemos por modernidad y de la idea que
tenemos de Unamuno. La modernidad ha sido identificada muy a menudo con el
desarrollo de la técnica, de la ciencia y del progreso. En este sentido, hay muchos
ensayos de Unamuno que se inclinan más hacia el rechazo de este tipo de
evolución social, y también otros que, por el contrario, se inclinan hacia la
adhesión. «¡Muera Don Quijote!» de 1898, «Darwin» de 1901, «Literatura y
literatos» de 1908 son algunos ejemplos de ensayos unamunianos en los que
asoma cierta adherencia a los parámetros de la modernidad; mucho más
numerosos son aquellos en los que rechaza algunas ideas implícitas al progreso,
entre los cuales hay que contar, por ejemplo, «El mal del siglo» de 1897,
«¡Ramplonería!» de 1905 y «Modernismo y actualidad» de 1924. Sin embargo, la
modernidad no siempre ha sido entendida como una oposición radical a cualquier
forma de tradicionalismo, sino más bien como una tradición de la antitradición, en
un intento de establecer una nueva tradición sobre la base de la negación de los
valores precedentes, es decir, una tradición de lo nuevo. En este sentido, ensayos
como En torno al casticismo – en donde plantea una nueva idea de tradición a
través de la teoría de la intrahistoria – y Vida de Don Quijote y Sancho – donde a
la tradición de la sabiduría y del intelectualismo opone la tradición de la locura y
del sentimentalismo – pueden ser considerados como paradigmas de ese
compromiso entre innovación y tradición. En todo caso, su itinerario intelectual
fue excesivamente personal y a menudo sujeto a drásticos cambios y a múltiples
contradicciones como para imposibilitar una respuesta satisfactoria a esta
pregunta. Si por un lado parece evidente su animadversión a la intolerancia de la
razón, por el otro también explicita con frecuencia sus críticas a la fe pasiva y
apriorísticamente escéptica hacia las posibilidades de la ciencia. De ahí que la
45 Ibidem, pp. 72-80, cit. p. 76.
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