miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

otras críticas se hallan también en los cuadernos sucesivos. A partir de 1897,
pasada ya su etapa de rígido agnosticismo 73 , los juicios negativos hacia Spencer,
traducido en España por Unamuno y, principalmente, por figuras que gravitaban
alrededor de la órbita krausista, se encuentran con frecuencia en su producción, a
saber: La Esfinge, Diario íntimo, «Nicodemo el fariseo», Amor y pedagogía, Del
sentimiento trágico de la vida 74 . Será preciso recordar que, en primer lugar, el
spencerismo no coincidía en todo con la propuesta krausopositivista y que, en
segundo lugar, si se quisiera acercar el pensamiento de Unamuno al de sus amigos
krausistas por la común fascinación hacia el filósofo anglosajón, habrá de
reconocerse que la decepción del vasco hacia el positivismo tiene raíces bastante
tempranas;
ii) los numerosos cuadernos de apuntes desordenados que redactó durante su etapa
bilbaína son auténticos flujos de conciencia sin una aparente coherencia lógica.
Aquí, sus consideraciones abarcan varias temáticas y demuestran múltiples
influencias. Además de Wundt y Spencer, Unamuno menciona a muchos otros
pensadores que, en cambio, cobraron una repercusión menor, limitada o nula en el
movimiento. Asimismo, muestra distintos intereses que atañen, además de a la
psicología, a la sociología, a la filosofía y a la metafísica más estricta, a la poética
romántica, a la religión, naturalmente, sobre todo en su vertiente protestante, y a
muchos otros campos del saber, como la química, la física, las matemáticas, la
economía y algo también de a la geometría proyectiva. De ahí que cuando se le
ocurrió, en distintas ocasiones, nombrar a los pensadores que más influyeron en
sus estudios juveniles, no sólo omite a los nombres de Krause o de algún
krausista, sino que tampoco ofrece la posibilidad de establecer con absoluta
certeza una influencia fija o definitiva como para aproximarle al krausismo, ya
así bien puede decirse que lo absoluto y lo infinito son positivos. Pero si se analiza el valor y el
génesis de la idea de substancia vendremos a parar en que sólo indica en último caso la conciencia,
no como fondo y soporte de los hechos internos sino como función resultante de todos ellos. Es
menester sacar de lo vario lo uno”. Cuaderno XVII, 1885, publicado por M. A. Rivero Gómez,
«Cuaderno XVII. Un texto inédito del joven Unamuno», en Letras de Deusto, año 2006, n. 110,
XXXVI, pp. 148-282, cit. p. 277.
73 “Cuando yo era algo así como spenceriano, me creía enamorado de la ciencia”, «Sobre la
europeización», 1906, OCV, III, p. 1107. “Era una época en la que atravesaba yo por un
agnosticismo rígido, no sin algo de desesperación. Me duraba el influjo de Spencer y del
positivismo”, «Carta a Bataillon», 1° de agosto de 1922, en J. I. Tellechea Idígoras, «Marcel
Bataillon y Unamuno», en CCMU, año 1994, n. 29, pp. 299-336, cit. p. 311.
74 Cfr. L. Robles, «Unamuno y las pruebas de la existencia de Dios», cit., pp. 1009-1010.
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