miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

que nos impide conocer la finalidad trascendente del universo.
En la fe en la inmortalidad del alma y en la resurrección de los muertos está
para muchos la característica del cristianismo, que nació como religión distinta de
la judaica, y no como escuela filosófica, desde que los discípulos de Jesús,
empujados por el entusiasmo y el amor hacia el Maestro, creyeron en su
resurrección y en su ascensión al cielo. Por ello el apóstol Pablo decía que si no
creemos que Cristo haya resucitado, somos los más miserables de entre los
hombres. La inmortalidad, en efecto, como he dicho y repetiré, se presenta para
nosotros como la garantía religiosa de la finalidad trascendente del universo.
William James, muy acertadamente, dijo que Dios, para la mayor parte de los
hombres, sólo es el productor de la inmortalidad. La creencia en un Dios personal
y trascendente surge, más que de la necesidad de explicarnos el universo, de la
necesidad de darle un fin. Y el fin del universo es la conciencia.
Creer en Dios es, ante todo y sobre todo, querer que Dios exista y obrar como
si Dios existiera, obrar, es decir, como si existiera una conciencia suprema, la
conciencia del universo que dio finalidad y objeto a éste.
La inmortalidad del alma aparecía a los cristianos primitivos, no como algo
inherente al alma misma, sino como un don gratuito de Dios. Taciano negó la
inmortalidad natural, enseñando que la dignidad del hombre se debe a la unión del
alma humana con el espíritu divino y la mayoría de los apologetas combatieron la
concepción de una inmortalidad natural. Y si de los cristianos primitivos pasamos
al último de los grandes cristianos, a Kant, decidme, el paso de la crítica de la
razón pura a la crítica de la razón práctica ¿reconoce acaso otro íntimo motivo,
otro motivo cordial, motivo de vida, más allá del de hacer firme la esperanza en
una inmortalidad del alma?
En rigor, para explicarse racionalmente el universo, Kant, como Laplace, no
necesitó para nada un Dios, y si recurre a él es porque le es necesario para
explicarse la misma finalidad, o sea, nuestro anhelo de finalidad, este insaciable
¿hacia dónde?, una de las categorías eminentemente subjetivas. Y no sirve decir
con Carducci
meglio oprando obliar senza indagarlo
questo enorme mister dell’universo!
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