miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

privadas y consiste en aquella voluntad de acercamiento al cristianismo de forma
espontánea – es decir, no por miedo – y de no aceptar aquella fe pasiva que parece
coincidir, a su juicio, con el catolicismo 230 . La actitud de Palacio Valdés resulta
ser una mera polémica contra la hipocresía religiosa y la falsa religiosidad que
puede hallarse en cualquier anticlerical y en muchos intelectuales de la época
moderna; es un ataque tanto áspero como retórico y poco original que manifiesta
sobre todo en su novela La fe de 1891. Difícil sería imaginar esta novela como
“precedente curioso” 231 de El Santo, según la presenta Gonzalo Redondo; difícil
porque, a pesar de su modestia, la vacilación del cristianismo, la fe fluctuante, la
situación conflictiva de una creciente secularización de un sacerdote son temas
que ya fueron empleados en la narrativa de la Restauración y de la Regencia, lo
que haría de novelas como Lázaro (1882) de Jacinto Octavio Picón, Pepita
Jiménez (1875) y Doña Luz (1879) de Juan Valera, posibles precedentes españoles
de la obra de Fogazzaro. La diferencia sustancial reside en el hecho de que
ninguno de estos textos preocupó mínimamente a la autoridad eclesiástica.
Un no siempre adecuado conocimiento del modernismo religioso en toda su
complejidad de conjunto por parte de la crítica española, contribuyó, como
veremos después, a una excesiva dilatación del concepto y a relacionar con el
movimiento a figuras que, en realidad, poco o nada tenían que ver con él. Es un
errror que no tan infrecuentemente salpica los estudios de De Llera, el cual se
aventura a conclusiones ambiguas o equívocas, como en el caso de sus
comentarios sobre el novelista en cuestión. Entonces, el reiterado rechazo del
catolicismo por parte del autor asturiano, le parece al crítico “una prueba más de
su probable aproximación a lo que se entendía por modernismo” 232 . Tal vez se
refiera a lo que sólo algunos pensadores españoles entendieron por modernismo
religioso. No es la nuestra una libre invectiva contra la hermenéutica española,
sólo es una objetiva consideración de lo que se obtuvo al tomar por verdad
absoluta la definición de modernismo que brindó en sus días Juan Ramón
229 En particular véase A. Palacio Valdés, «Carta a Clarín», 12 de noviembre de 1899, en
Epistolario a Clarín: por Menéndez y Pelayo, Unamuno, Palacio Valdés, edición de A. Alas,
Madrid, Ediciones Escorial, 1941, pp. 158-160.
230 Cfr. A. Palacio Valdés, «Carta a su primo Armando Miranda Palacio», 11 de noviembre de
1899, en G. Gómez Ferrer Morant, «Palacio Valdés en los años noventa: la quiebra del
positivismo», en Clarín y La Regenta en su tiempo (Actas del Simposio Internacional), Oviedo,
Ediciones Universidad de Oviedo, 1984, pp. 1064-1065.
231 G. Redondo, Historia de la Iglesia en España (1931-1939), 2 vols., I, La Segunda República
(1931-1936), Madrid, Rialp, 1993, nota 51, p. 374.
232 L. de Llera, Religión y Literatura, cit. p. 129.
133