miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

una definición cierta del modernismo religioso, se observa la dificultad de definir
a Unamuno como miembro auténtico del modernismo religioso.
En todo caso, Miguel Oromí tiene, sin lugar a dudas, el mérito de haber sido el
primero en argumentar la relación entre Unamuno y el modernismo religioso a
través de una explicación bien estructurada, exhaustiva y, en algún pasaje,
convincente. Demuestra ser uno de los mejores conocedores de Unamuno de su
época y tiene razón cuando dice que el fundamento de la fe unamuniana es el
sentimiento y la voluntad de la perpetuación. Este sentimiento, sigue sosteniendo,
tiene que ser una sensación íntima, la misma que a Unamuno le hace sentir a su
alma “más de bulto y más sensible que a mi cuerpo” 141 . Coincidiría, pues, con la
intuición de la sustancialidad, con la intuición psicológica de la ciencia moderna.
La voluntad, además, está estrictamente atada al sentimiento ya que es reflejo de
éste en la medida que la sustancialidad es el objeto de la misma voluntad y el
sentimiento y el deseo las causas que la determinan. Con eso se explica por qué
Unamuno, en su anhelo de inmortalidad alcanzable sólo a través de la voluntad,
identifica la fe, o sea la búsqueda de la sustancialidad, con la voluntad. El origen
sentimental-voluntarístico de la fe, es la esencia del hombre concreto que busca y
quiere a toda costa la perpetuación 142 .
Ética y agnosticismo kantiano
Pío X, en su encíclica Pascendi, condena el modernismo religioso por reducir
la aportación de la razón humana en la fe religiosa a una mera cuestión
fenomenológica. Así se lee en el documento:
“La fe mira únicamente a aquello que la ciencia declara serle incognoscible. De ahí, la diversa
tarea de cada una: la ciencia versa sobre los fenómenos en que no hay lugar alguno para la fe; la fe,
por su parte, versa sobre lo divino, que la ciencia de todo punto ignora. De donde, finalmente,
resulta que entre la fe y la ciencia no puede darse jamás conflicto” 143 .
141 «¡Plenitud de plenitudes y todo plenitud!», 1904, OCV, III, p. 757.
142 Cfr. M. Oromí, cit., pp. 122-123.
143 DH:3485.
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