miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

fundamentales de la obra en cuestión. En primer lugar, Unamuno se hace
“incoseguente” a si mismo por transformar la agonía del cristianismo, entendida
como lucha, en una agonía que es, según Buonaiuti, parálisis. El sacerdote italiano
acusa a Unamuno de perder de vista la etimología del término agonía, que había
recuperado al principio del texto, para llegar a la diagnosis de un cristianismo
agonizante según su actual significado y esta es, para Buonaiuti, “una
inconseguenza capitale” 23 . Unamuno, de hecho, prevé un infausto destino para el
cristianismo en su condición actual, y diagnostica sin ambages su suicidio:
“Cuéntase que cuando el escorpión se ve rodeado de llamas y amenazado de perecer en el fuego se
hunde su proprio aguijón envenedado en la cabeza. Nuestro cristiansmo y nuestra civilización, ¿no
son un suicidio de este género?” 24 .
Y si entonces el cristianismo agoniza – no en el sentido de que lucha, sino de
que sufre angustiosamente – es culpa de los jesuitas que han tomado la enseñanza
pública como una industria:
“En vez de pedir limosna se hacen maestros de escuela. Y así, el cristianismo, el verdadero
cristianismo, agoniza en manos de esos maestros del siglo” 25 .
En otras palabras, el jesuitismo ha envenenado, según el vasco, la sociedad y la
civilización occidental con sus pequeñas discusiones, de las que se indignaba
incluso Pascal, que detienen la agonía del cristianismo – en el sentido de lucha – y
la matan:
“cuando hacen [los jesuitas] estudios históricos – lo que ellos llaman historia, que no suele pasar
de arqueología – se entretienen en contarle a la Esfinge las cerdas del rabo, para no mirarle a los
ojos, a la mirada. Trabajo de entontecerse y de entontecer” 26 .
Con sus estériles ejercicios espirituales, que no desembocan en aquella
individualidad universal de los más radicales individualistas cristianos, los cuales,
23 Ibidem, p. 463.
24 AC, OCV, XVI, p. 508.
25 Ibidem, p. 522.
26 Ibidem, p. 538.
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